Desde hace 7 años dedico esfuerzos en la lucha anticorrupción. Masoquista, podrán decir, sin que yo tenga muchos argumentos de defensa. Pero este camino me ha llevado a conocer a personas que jamás olvidaré, y que ya no nos acompañan. Jorge Rodríguez, Isabel Robalino, haber trabajado a su costado ahora es materia de mis profundas y preciadas memorias. Pero, aprovecho este espacio editorial porque hay otra persona que merece ser recordada – también aquí en Ecuador – por ser un ejemplo mundial en la lucha anticorrupción.
El 23 de mayo de 1992, 600 kilos de explosivos fueron detonados en un túnel de aguas bajo la carretera que conecta Palermo con el aeropuerto. La detonación fue tan fuerte que se detectó por los instrumentos para detectar sismos. Tres Fiat Croma blindados saltaron por los aires. En el del medio iba Giovanni Falcone y su esposa Francesca Morvillo, ambos fallecieron. Luego se reportó que en el operativo participaron expertos de explosivos enviados por el capo de la mafia neoyorquina, John Gotti. Y, el cabecilla del operativo, Salvatore Riina celebró el asesinato con copas de champán.
Falcone – junto con el juez Paolo Borselino, también asesinado pocos meses después – montó el llamado “Maxiprocesso”, en italiano. Se trató de un juicio multitudinario para desmantelar la Cosa Nostra, la temible mafia siciliana. Se acusó a 474 personas, de las cuales se logró condenar a 360. Si se suman los años de prisión acumulados por los condenados se llega a 2665 años.
“La criminalidad organizada no puede ser combatida de modo desorganizado.” Esta frase de Falcone es muy pertinente para nosotros ahora. Por eso considero que la lucha anticorrupción no puede ser realizada únicamente desde el espacio civil, necesitamos organizarnos con los poderes públicos. Por eso es de celebrar la conformación de la Secretaría Nacional Anticorrupción liderada por Luis Verdesoto.