El Socialismo del Siglo XXI concibió que un grupo de iluminados y su mesiánico líder, debían decidir cada aspecto de la vida de las personas en Ecuador, donde los ciudadanos no tienen capacidad de discernir por sí mismos y el libre albedrío era peligroso para la paz social. Condenaron a quienes no pensaban igual y aun etiquetan a la derecha, como enemigos de la patria y del “proceso”, en cuyo nombre cometieron barbaries.
El Socialismo duplicó ministerios y triplicó burócratas para controlar a los sectores productivos: “explotadores” de la mano de obra desempleada; y a los medios de comunicación: opositores natos, por el hecho de pensar y cuestionar. Dieron carta abierta a la delincuencia para armarse, financiarse, depurarse y ser un ejército que atormenta impunemente a la población y a opositores, víctimas de delincuencia “común” y no de crímenes de estado.
Leyes blandas, eliminadas la ética y cívica de la educación, despenalizados los delitos “menores”, etiquetados los pillos como “víctimas” del sistema, prohibida la difusión de sus rostros y nombres, abiertas las fronteras al crimen organizado, manipulado el humanismo hacía una inmigración irresponsable, permeabilizadas las fronteras al narcotráfico; Ecuador vive la mayor ola de violencia de su historia, y los turoperadores internacionales lo saben, por ello el descenso constante de turistas reales -que en las estadísticas oficiales se mezclan con los refugiado- y las bajas tasas de ocupación hotelera que promedian el 30%.
La “suspensión” del vuelo de Tame de Quito a New York, la caída del precio de los parqueaderos en Tababela de USD 15 a USD 3,99 por día, el recorte del Mintur a USD 1 millón para promoción, son indicadores que el turismo cae debido a la violencia, de la cual se protegen las autoridades con guardaespaldas y usar coches blindados en esta “isla de paz”.
El video del asesinato de una mujer delante de varios policías temerosos, es una confirmación que aquí las puertas se mantienen abiertas, que las leyes impiden a los uniformados actuar y a los ciudadanos proteger y defender nuestras vidas, “derecho humano” que se nos arrebató al prohibirnos portar armas, lo que envalentona a los forajidos.
Se transformó en delito, incluso, portar un simple gas pimienta, que podría salvar la vida de muchas mujeres violentadas, incluidas las turistas acechadas en playas, bares y calles. Sin delincuencia el Socialismo retrocede, porque la paz social conduce a la gente a crear, producir, comercializar y este bienestar deja sin piso su supuesta lucha por los pobres. Los principales países emisores de turistas advierten a sus ciudadanos que estamos inundados de todo tipo de violencia, empezando por la ideológica, que asume a un partido, dueño y señor de nuestro destino, propiedades y sueños.