En respuesta a la demanda ciudadana de acciones firmes contra la delincuencia, el presidente reveló su nueva estrategia de seguridad.
Nombró al Gen (r) Wagner Bravo secretario de Seguridad Pública y al Gen (r) Paco Moncayo consejero de Seguridad. La Secretaría es adscrita a la Presidencia y su labor es elaborar la estrategia de seguridad y coordinarla, no ejecutarla. Se habría escogido a prestigiosos excomandantes por el énfasis en la solución militar. Se desconoce cómo se distribuirán las responsabilidades.
Reunió al Consejo de Seguridad para que declare guerra al terrorismo. El terrorismo es una forma de guerra. Cuando un bando se siente débil, no combate frente a frente, sino que hace guerra de guerrillas. Cuando es aún más débil, combate con actos terroristas. Se asimila a las bandas de narcos como terroristas puesto que sus crímenes buscan dominar a las instituciones del Estado.
Próximamente el presidente decretará la autorización para que las Fuerzas Armadas utilicen armas letales.
La militarización del combate a los narcos es sólo una parte de la solución.
El experto en seguridad Jan Topic explicaba que los líderes del narcotráfico son descartables, fallece uno y sube otro. Que el meollo del problema es que a los narcos les cuesta menos exportar droga por Ecuador que por Colombia. Hay que elevar el costo para los narcos mediante mejor control en la frontera norte donde hay pocos pasos carrozables. Está rezagada la dotación integral de los puertos internacionales de scanners gigantescos para poder revisar toda la carga, como hace Colombia.
¡Qué hay con la delincuencia que secuestra, ataca conjuntos residenciales, que es la que más directamente golpea al ciudadano, pero no es terrorista? Correspondería a la Policía, que deberá contar con casi tantos abogados como policías, para tener listas las acusaciones incluso antes de los operativos y así evitar la liberación de los delincuentes en 24 horas.
Abogados y aduaneros son tan necesarios como soldados en las calles.