El Presidente Lasso contra las cuerdas: demandas indÃgenas, asaltos de la Asamblea, vivezas de la justicia, violencia y narco, sombras de corrupción, compromisos internacionales. No ha cuajado una agenda propia y vive en estado-reacción frente a presiones y escándalos. Ha preferido una sobrevivencia silenciosa y evasiva en lugar de respuestas drásticas como la muerte cruzada.
La paciencia y el aguante tocaron fondo. El affaire de la Superintendencia de Bancos reemplazó el inmovilismo por un par de medidas inesperadas. Una puntual, el bloqueo -incluso policial- al Súper que debió renunciar. Y una estructural, la consulta popular. Ejercicios de poder. Recuperación de iniciativa. Ganar perdiendo.
Lo del Súper fue un chasco total, desde el horror de la terna y la amenaza hasta la posesión y el impedimento de ejercer. El hombre quedó colgado entre fuerzas que nunca entendió: el gobierno y sus consejeros, el Consejo dividido, la Asamblea y sus pescadores, la jueza y su audacia. Perder ganando.
Lo de la consulta, anunciado tres veces, parece no tener retorno. Las condiciones nunca serán óptimas. Siempre será una apuesta -peor en elecciones- y un plebiscito al Presidente. Ojalá no se pasme y rinda frutos más allá de los grupos y las bandas. Por ahora, no genera grandes pasiones. Ya veremos si se prende.
El primer tema posicionado es seguridad, angustia nacional. Se intuye se toparán competencias de GAD, crisis carcelaria, embestida de narcos. La extradición de capos busca su lugar.
En las encuestas relucen temas polÃticos: supresión del Consejo de Participación, calificación y reducción de asambleÃstas, reforma de partidos, anticorrupción. En el área social destacan empleo, crisis de la salud, iess, agro y minerÃa. No se podrá abordar todos y seguro habrá detractores y afectados. Lo relevante es apuntar a las esencias y al clamor general. La consulta no resuelve la vida, pero quizá quiebre algunas prácticas tóxicas. Y marque destinos hoy ausentes. Y recupere algo de esperanza.