No… los estudiantes, el 77% de la Costa y el 64,9 % de la Sierra, no quieren regresar a clases mientras no haya vacuna. Eso señalan con contundencia los Niños, Niñas y Adolescentes (NNA) consultados recientemente por un estudio de Unicef (Monitoreo Sistema Educativo, Agosto, 2020) realizado para el Ministerio de Educación.
De manera similar opinan las madres y padres de familia. Así se desprende de una consulta hecha por la Confederación Ecuatoriana de Establecimientos de Educación Católica (Confedec), en la que a la pregunta de “Si el Gobierno nacional autoriza el regreso a clases en los próximos días y meses ¿enviaría a su hijo al colegio?” Sólo un 12% dice que muy probable, pero el 52% dicen que muy improbable y algo improbable, y el 35% algo probable.
La mayoría de los NNA y sus padres, se han pronunciado por la vida, aunque saben de los costos para su formación. No quieren perder su vida o ser los causantes de la muerte de sus padres o abuelos.
El mensaje está claro. Las autoridades nacionales y educativas deben cumplir con este mandato de sensibilidad, solidaridad y sentido común.
Y es que, además, retornar a clases con serios problemas de agua, saneamiento e higiene sería irresponsable. Otro estudio del Ministerio de Educación y de Unicefde Julio del 2020, reporta datos preocupantes, que en situación de pandemia, se transforman en alarma. Así, el 21% de las instituciones educativas (IE) no tienen servicio de agua, especialmente en la zona rural.
El 48% de IE del sector rural y el 38% urbano no realizan un tratamiento de agua para beber.
Respecto a higiene (lavamanos, agua, jabón), solo el 46% de IE tienen un servicio apto. El 20% de IE no tiene servicio aceptable de saneamiento (inodoro, letrinas, limpieza de baños). En definitiva, el 48% de IE fiscales del área rural, y el 40% del área urbana tienen servicios deficientes.
Para superar estos problemas se requiere tiempo y recursos, y sobre todo decisión política. Habida cuenta que la vacuna eventualmente estaría llegando para los primeros meses del 2021, todo este tiempo debería ser aprovechado para poner al sistema educativo en su punto para el retorno a la presencialidad de los niños, niñas y adolescentes. En tal sentido, se tiene que encontrar los recursos de donde sea. La educación debe ser declarada en emergencia, no hay otra salida, para generar una movilización del aparato estatal central, de los GAD, de las comunidades, de los maestros y de los representantes de los estudiantes. Entonces no solo es plata, sino voluntad colectiva para solucionar la educación y de paso dinamizar la economía.
Mientras tanto, las clases seguirán impartiéndose de manera virtual o remota. Habrá que suplir el 30% de déficit de conectividad y el Gobierno junto a los padres y madres deberán entregar computadoras y teléfonos inteligentes a ese 50% de estudiantes que no dispone de ellas.