El titular de este editorial parece todo un contrasentido, como lo es el hecho de que un Gobierno que prometió una revolución ética como un eje temático de campaña hace seis años, sea observado por la organización Transparencia Internacional en su informe 2012, que se conoció a escala mundial.
Ese documento señala que Ecuador está entre los 10 paÃses menos transparentes de América. Y en el mundo, entre 165 paÃses, Ecuador ocupa el casillero 118.
Hay varios casos emblemáticos de presunciones severas que apuntar. Uno de los más notorios, el del Ministerio del Deporte que todavÃa no se resuelve, con la elocuente acción de un personaje que llegó a la audacia de comerse los cheques que podÃan ser evidencia.
Otro caso que llamó la atención y quedó sin acusación fue el de la compra de ambulancias. Nunca hubo un juicio contra el Ministerio de Salud. Después del ataque colombiano a Angostura el Régimen decidió que se compraran radares chinos cuya efectividad está puesta a prueba y se investiga a paso lento.
Nada avanzan las investigaciones en los supuestos actos incorrectos de los contratos con el Estado de empresas presuntamente vinculadas al hermano del Presidente.
En estos casos, como en el de la ‘narcovalija’, la FiscalÃa se mueve con pies de plomo y los informes que envÃa la ContralorÃa no avanzan ni se esclarecen. Peor anda el asunto en el evasivo papel de la Comisión de Fiscalización de la Asamblea, cuya labor no ha sido eficaz ni muestra independencia. En un paÃs en que se llegó a elevar a categorÃa de función del Estado a la Transparencia y Control Social y mientras los entes oficiales hablan de esa lucha en eventos académicos, la imagen internacional deja que desear. La revolución ética no parece tocar a las esferas del poder.