Ya se cerró el plazo para que partidos y movimientos lleguen con sus listados de afiliados. 13 agrupaciones nacionales están aceptadas por el Consejo Nacional Electoral. Otras 12 están en capilla.
Más allá de lo operativo, de contar fichas de afiliación, hacer muestreos para verificar la validez de las firmas y revisar con detalle los otros requisitos, el proceso de inscripción que la nueva normativa exige muestra al país atomizado de siempre.
Además de las 25 organizaciones aspirantes con jurisdicción nacional, existen innumerables de carácter provincial. La realidad nos dice que no puede haber ni tantas tendencias ni tantas ideologías. La fragilidad de una democracia poco madura como la nuestra exhibe que el apetito personal y la ambición de poder mueven a muchos, y destruye la ficción de la amplia participación popular en un simulacro poco edificante.
Pero el nuevo momento político del país y el discurso que ha instalado el Régimen contra lo que llamó la ‘partidocracia’ muestra que de los partidos tradicionales queda muy poco. Apenas el Social Cristiano, el Movimiento Popular Democrático y el Socialismo, de aquellos que aparecieron en 1978 cuando se retornaba a la democracia después de la dictadura militar. Luego llegaron otras fuerzas ligadas a la figura de sus mentores como Sociedad Patriótica, el Prian y el PRE.
Movimientos, hay más. El más antiguo es Pachakutik, vinculado con las nacionalidades indígenas, y el movimiento oficialista Alianza País. Ambos tienen importancia en el mapa político actual que parece que ha trastocado, de una vez por todas, los antiguos esquemas por unos nuevos cuya validez todavía está puesta a prueba, como lo está la propia cultura democrática de la ciudadanía.