El Municipio de Quito avanza con la implementación de la denominada ‘Tercera Placa’, un adhesivo inteligente que promete transformar la gestión vehicular en la capital ecuatoriana. Este sistema pretende optimizar el control vehicular, modernizar la movilidad y mejorar la seguridad vial. Sin embargo, su éxito dependerá de factores que van más allá de la simple instalación de dispositivos electrónicos.
Es imprescindible que el Municipio garantice que la información recolectada no sea utilizada para rastrear hábitos de conducción o para fines no estipulados en la ordenanza. ¿Qué tal si esos datos caen en manos equivocadas?
La ‘Tercera Placa’ se presenta como un paso hacia una movilidad más eficiente. Gracias a su capacidad para transmitir información vehicular a una distancia de hasta 12 metros, se espera que agilice los controles y reduzca los tiempos de verificación. Además, al integrar datos como el número de placa, chasis y modelo, promete facilitar la identificación de los vehículos, lo que contribuiría a una mejor planificación del tránsito y una disminución de las congestiones.
No obstante, esta innovación también plantea interrogantes que merecen un análisis profundo. En ciudades como Singapur o Lima, donde esta tecnología se ha aplicado con éxito, los resultados positivos han venido acompañados de un fuerte compromiso con la educación ciudadana y la transparencia en el manejo de datos personales. Quito no puede permitirse menos. Las preocupaciones sobre la privacidad de los datos y el uso exclusivo de la información con fines de tránsito no deben ser subestimadas.
La Superintendencia de Protección de Datos ha recordado la importancia de respetar los derechos ciudadanos en la implementación de este tipo de tecnologías. Es imprescindible que el Municipio garantice que la información recolectada no sea utilizada para rastrear hábitos de conducción o para fines no estipulados en la ordenanza. ¿Qué tal si esos datos caen en manos equivocadas? Con los problemas de inseguridad, la responsabilidad del Municipio de Quito, del alcalde y del Concejo de ediles es alta.
La experiencia internacional también nos enseña que el costo de entrada no solo es técnico, sino también cultural. Quito enfrenta el reto de educar a sus ciudadanos sobre el uso y los beneficios de la Tercera Placa. De no hacerlo, existe el riesgo de que el escepticismo y la resistencia pongan en peligro los objetivos del proyecto.
La modernización vehicular que promete la Tercera Placa representa una oportunidad para Quito. Sin embargo, el éxito de esta iniciativa radicará en encontrar un equilibrio entre la eficiencia tecnológica y el respeto por los derechos ciudadanos. En un contexto de transición hacia ciudades más inteligentes, este proyecto podría convertirse en un referente o en un desacierto. El tiempo y la ejecución dirán cuál de estas dos posibilidades prevalecerá.