Ecuador atraviesa uno de los mejores momentos en el fútbol de su historia. La Selección se alista para ir al Mundial de Catar e intentar una gesta con una joven generación de futbolistas, que están dispuestos a trascender. A eso se agrega otra clasificación de Independiente del Valle a una semifinal de un torneo internacional (Copa Sudamericana), lo que le da un plus a esta actividad en la región y el mundo.
Atrás de los deportistas hay una labor silenciosa de miles de personas que trabajan para las instituciones, de forma directa e indirecta. Desde los padres de familia, algunos clubes, los cazatalentos y hasta tutores se han convertido en esenciales para el desarrollo de este deporte. Independiente del Valle es el de mejores resultados en los últimos 16 años, que ha sido finalista de la Libertadores 2016 y campeón de la Sudamericana 2019, campeón y vicecampeón del torneo local y con decenas de títulos en torneos infantojuveniles. Sobre todo, es ejemplo de organización por su aporte a la sociedad. Instauró un modelo que no solo es fútbol, en él incluyó la educación como una de las prioridades en el desarrollo de los niños y jóvenes.
Por este club, administrado por un grupo de personas que son dueños de empresas, han pasado niños que ahora jóvenes juegan en equipos del exterior y también en la Selección de Fútbol.
Ecuador cuenta con 88 jugadores -hasta el 31 de julio de este año- en equipos de México, España, Inglaterra, Brasil, Argentina, Rusia, entre otros, y ahora hay posibilidades de que ese número sea mayor en los próximos meses. La razón: el futbolista ecuatoriano está mejor valorado por el trabajo que hacen sus clubes.
El fútbol se ha convertido en una de las puertas para mejorar la calidad de vida de miles de familias, lo que hace necesario que las organizaciones públicas y privadas impulsen campañas de desarrollo, pero incluyendo propuestas de educación y salud.
Hay que ajustar los mecanismos administrativos de las organizaciones que regentan esta actividad. Hay que ser más rígidos con las sanciones y evitar bochornos, como las agresiones a los árbitros, y desterrar las sanciones complacientes con los clubes.