Las elecciones presidenciales de Ecuador, programadas para el 9 de febrero de 2025, se presentan como un escenario complejo y desafiante. Para esta contienda electoral hay 16 binomios, de los cuales al menos 13 son desconocidos para la mayorÃa de los votantes. Los candidatos y los electores se enfrentan a la incertidumbre, el desencanto y la indecisión.
La situación se complica aún más. La oposición critica que un presidente en funciones llegue a los comicios electorales sin pedir licencia para hacer campaña. Los adversarios de Noboa abren interrogantes sobre la equidad del proceso y el riesgo latente a posibles infracciones, en contra del primer mandatario.Â
De forma paralela, Daniel Noboa enfrenta crÃticas, principalmente, por tres crisis: económica, energética y de inseguridad, y que serán utilizadas por sus oponentes. El tema de la inseguridad tocó fondo con la desaparición y el asesinato de cuatro pequeños, quienes fueron detenidos por militares. Estos factores erosionan su imagen ante un electorado que busca respuestas y soluciones concretas. Por otro lado, Luisa González, representante del correÃsmo, genera divisiones entre los votantes, lo que podrÃa polarizar aún más el ambiente electoral.
En este contexto, la existencia de un mayor número de indecisos y desencantados con la polÃtica ecuatoriana es comprensible. Al repasar elecciones anteriores se ve que el voto nulo y blanco alcanzó 13%, en la primera vuelta de 2021 y subió a 18%, en la segunda. Esto ocurrió cuando Guillermo Lasso y Andrés Arauz se disputaron el sillón de Carondelet.
Para 2023, tras la fallida gestión de Lasso, ambas votaciones bajaron a 8,5% en la segunda vuelta, entre Daniel Noboa y Luisa González.
Este fenómeno refleja el descontento con las opciones disponibles, pero también una crisis de confianza hacia los candidatos y sus propuestas. En un paÃs, donde es cada vez más difÃcil contar con un empleo y llegar a fin de mes para cubrir necesidades básicas, la falta de propuestas claras y efectivas puede llevar a un aumento en el número de electores que opten por no decidirse o anular su voto.
La opción del voto nulo o blanco se presenta como una salida para aquellos que se sienten insatisfechos con las 16 alternativas disponibles. El voto nulo es más popular en ciertas regiones del paÃs. Por ejemplo, en las últimas elecciones, una veintena de cantones de la Sierra registraron más del 10% de votos nulos. Esta tendencia indica que un segmento considerable del electorado prefiere expresar su descontento de manera activa en lugar de optar por candidatos que no consideran representativos.
Al analizar los datos históricos, desde 2002, el voto nulo y blanco promedió 11,6%. Sin embargo, este porcentaje sube en contextos donde los votantes se sienten cada vez más desconectados de los partidos y movimientos tradicionales.
La participación electoral también ha fluctuado. El ausentismo ha registrado picos de 35%, en 2002, a 17%, en 2021 y 2023. Estos indicadores también deben tomar en cuenta los candidatos, que estarán en campaña 33 dÃas, hasta la noche del jueves 6 de febrero.
En conclusión, las próximas elecciones presidenciales de Ecuador serán una vez más una oportunidad para expresar la voz en las urnas. Y esto incluye a los ecuatorianos que no se sienten representados por ninguno de los 16 candidatos. En consecuencia, el potencial aumento del voto nulo o blanco no es más que el reflejo de una insatisfacción constante con el sistema polÃtico actual.
Los candidatos deben abordar estas preocupaciones con seriedad si desean atraer a un electorado cansado y desilusionado. La elección del próximo presidente no solo determinará el rumbo polÃtico del paÃs, sino que también será un termómetro sobre la confianza ciudadana en sus instituciones democráticas.