En el primer semestre del presente año, y en medio de un repunte de precios del petróleo en el mercado internacional, Ecuador ha destinado USD 505 millones para subsidiar los combustibles importados que se consumen internamente: gasolinas, diésel y gas de uso doméstico.
Este subsidio es antitécnico e ineficiente, ya que llega a los bolsillos de quienes consumen combustibles, sin considerar si tienen o no recursos.
El esquema actual beneficia a las personas de mayores ingresos, además de contrabandistas y narcotraficantes. Estos últimos usan la gasolina para producir drogas ilegales.
Este esquema de subsidios ha regido por muchos años y, por ende, también la ineficiencia, la cual ha sido mayor en la bonanza petrolera, ya que encareció la importación de combustibles y los precios de venta al público se mantuvieron fijos.
En el período 2006-2020, por ejemplo, el país destinó alrededor de USD 13 000 millones al subsidio de combustibles importados, recursos que pudieron destinarse a mejorar sectores claves como salud o educación.
Ecuador fue en el año 2020 una de las 25 economías en el mundo que más subsidios energéticos entregó, según un estudio de la Agencia Internacional de Energía.
Un subsidio eficiente debe ser focalizado y temporal, como ocurre actualmente con el Bono de Desarrollo Humano (BDH), el cual debe fortalecerse en medio de la crisis.
El actual Gobierno ofrece que en dos meses tendrá listo el esquema para focalizar el subsidio a los combustibles. Pero igual ofrecimiento hicieron anteriores gobiernos y no lo cumplieron, por lo que hay antecedentes que generan desconfianza y que contribuyeron para las movilizaciones del miércoles pasado.
El país requiere que el Gobierno, los transportistas y demás sectores sociales y productivos se enfoquen en definir el mecanismo de focalización del subsidio, para liberar recursos que hacen falta en medio de la crisis. Y si se pagan valores reales por el combustible, también hay que exigir que la calidad del mismo cumpla los parámetros internacionales.