La presencia de la pandemia cambió la forma de vida del ser humano en el planeta. Lo que al principio se creyó una peste de semanas o meses se volvió, en todo sentido, un problema mayor.
Los millones de seres contagiados, las muertes, la fragilidad de los sistemas de salud públicos, inclusive en aquellos países tenidos como potencias, muestran lo vulnerable de nuestra especie.
La historia nos alecciona sobre hechos similares que sucedieron en épocas pasadas. La peste bubónica o la mal llamada gripe española devastaron al género humano desde la antigüedad y la Edad Media hasta la primera parte del siglo XX. Otras epidemias afectaron a inmensos conglomerados en las últimas décadas. Los coronavirus en diferentes manifestaciones dejan estragos, muchos, imbatibles y mortíferos.
Este Diario presentó un panorama con números y distintos acentos en ciudades como Bogotá, Lima, Buenos Aires, Santiago de Chile y la misma Quito. Desde limitaciones vehiculares hasta confinamiento, pasando por cuarentenas, son algunas medidas no siempre efectivas.
En Chile, la gran parte de la Región Metropolitana de Santiago está en cuarentena y las restricciones de circulación se definen por salvoconductos. En Buenos Aires se limita el número de reuniones sociales y la apertura de restaurantes y bares es con horarios acotados y reducidos.
Lima pasaba anoche a una cuarentena hasta el 14 de febrero, permitiendo salir solamente a una persona por familia con fines de abasto de alimentos. Bogotá segmenta la ciudad y hay sectores donde el confinamiento es drástico, dependiendo de la intensidad del rigor de la pandemia.
En Quito, las limitaciones vehiculares siguen, al igual que las restricciones sobre los aforos. Los centros hospitalarios están a tope, hay demanda alta de unidades de cuidados intensivos y se teme la expansión de nuevas cepas foráneas. La administración de vacunas es ínfima y su manejo ha causado escándalo.
El 2021 seguirá bajo la sombra del coronavirus, con sus efectos económicos y sociales.