Los días posteriores al terremoto, los damnificados y el Estado recibieron caudalosas muestras de solidaridad.
Los primeros en llegar desde distintas latitudes fueron los rescatistas y los especialistas, cuya sacrificada labor recibió el reconocimiento general. Todavía se hallan brigadas de varios países.
De modo espontáneo varios gobiernos de países amigos se hicieron presentes. México, Perú, Bolivia, Israel, España, China, Colombia, Canadá y varios otros Estados entregaron su apoyo.
Organismos internacionales como las Naciones Unidas, la Organización Panamericana de la Salud, la Unión Europea, la Acnur y la siempre alerta Cruz Roja, arribaron presurosos a apoyar las tareas de rescate y ayuda, en primera instancia, para luego acompañar el proceso posterior, que será largo y difícil.
Esa ayuda suma y se adhiere a las muestras espontáneas de los ciudadanos de todo el país, a los ecuatorianos que viven en el exterior, a los Gobiernos Autónomos Descentralizados que llegaron y siguen llegando con generosidad y comprensión humanitaria.
La ayuda mundial debe canalizarse por parte de la Cancillería. Administran la colaboración la Secretaría de Cooperación Internacional, la Secretaría de Riesgos, los ministerios de Inclusión Económica y Social, Desarrollo Social y Obras Públicas. El Contralor comprometió, en entrevista con la TV, el cumplimento de la Ley para auditar la ayuda con más de 50 funcionarios. Es un ejercicio indispensable de transparencia.