El Ecuador ha visto con tensión y perplejidad la inexplicable demora en anunciar los resultados electorales. Finalmente, aunque tarde, ha declarado que habrá una segunda vuelta electoral que alivia, en parte, la tensión de un amplio sector de la sociedad impaciente por lograr cambios de fondo y forma en nuestro país.
Una gran mayoría votó por candidatos distintos de aquel que representa el continuismo de un modelo caduco e inoperante, que no garantiza las condiciones básicas para mejorar la calidad de vida de los habitantes, y que ha fracasado de manera clara e incuestionable allí en donde se aplicó, lo mismo que aquí. Un modelo que no alienta el emprendimiento, el crecimiento económico, la paz y libertad, y donde las instituciones carecen de legitimidad porque sus mandatarios perdieron la confianza de la mayoría de sus mandantes.
La sociedad civil ecuatoriana ha dado una demostración de madurez y patriotismo al defender de manera valiente y digna el resultado electoral, la libertad y la democracia. Sin distinción de afiliación política o tendencia ideológica, el país se unió en defensa del derecho a elegir de manera soberana su destino en una segunda vuelta electoral. Ese es un ejemplo de participación ciudadana que espontánea y brillantemente ha escrito una inolvidable página de la historia nacional. La dirigencia política tendrá que digerir el claro mensaje de la población, que pide acuerdos mínimos para lograr cambios que apunten a alcanzar mejores días.
Comienza la segunda vuelta electoral de la elección más importante que el país ha tenido desde el retorno a la democracia. Es hora de una coalición amplia y diversa, de unión y diálogo, de actitudes generosas y tolerantes que demuestren que se han superado las perniciosas prácticas políticas pasadas y presentes que han impedido alcanzar acuerdos en aspectos más básicos. Es momento de dejar de privilegiar intereses individuales, de grupo o de partido y pensar en el futuro del país en su conjunto.
Hay varios temas para una agenda común: la reactivación económica, la mejora en salud y educación, la equidad de género, el fomento al emprendimiento, la generación de empleo, el rescate de las instituciones y la lucha contra la corrupción, la impunidad y la prepotencia. El respeto a la libertad, a quien opina distinto, entre otros, son temas insoslayables que deben unir a los distintos actores políticos de la sociedad ecuatoriana.
El país requiere un acuerdo amplio, diverso e inclusivo, dónde converjan ecuatorianos honestos provenientes de diferentes sectores políticos y sociales dispuestos a alcanzar consensos de estabilidad y progreso. No hacerlo, equivale a defraudar el esfuerzo y el clamor de miles de patriotas ciudadanos que con un admirable espíritu cívico se han manifestado en estos días para defender en las calles su futuro, la democracia y la libertad.