Acaba de asumir el mando de Chile Gabriel Boric. Con tan solo 36 años, es el presidente más joven en la historia de su país, asume el cargo teniendo a cuestas la gran responsabilidad de liderar cambios significativos como reactivar la economía, generar empleo, pero, sobre todo, dar mayor énfasis a lo social.
Aunque desde los años noventa Chile ha mejorado sus indicadores sociales en cuanto a la reducción de la pobreza y pobreza extrema, cobertura en educación básica y media, aumento de la esperanza de vida y reducción de la mortalidad materno-infantil, es uno de los países más desiguales de la región. Pese a que ha tenido ciclos progresivos de crecimiento económico, esto no ha ido de la mano en términos de la redistribución del ingreso. El índice de Gini (coeficiente para medir dentro de un país la desigualdad de los ingresos) muestra que es uno de los países más desiguales de la región.
De ahí que, más cambiar el modelo económico, el flamante presidente ha hablado de dar más énfasis en lo social, lo cual vaya de la mano con el trabajo que está haciendo la Convención Constituyente en torno de la redacción de una nueva Constitución. Es decir, promover una reforma tributaria ambiciosa que permita mejorar los niveles de redistribución del ingreso (con la meta del 5% de recaudación del PIB en 5 años), así como dar prioridad a una reforma del sistema de pensiones, incremento de las jubilaciones, entre otros. El objetivo es sentar las bases para la construcción de un Estado de bienestar.
Más que un gobierno de izquierda parecido a los casos de Cuba, Nicaragua o Venezuela, Boric se acercará más a un modelo de centroizquierda. Y es que no tiene muchas opciones. Tiene minoría en las dos cámaras y necesariamente va a tener que tomar una línea más equilibrada. No igual a lo que fue antes la coalición del Frente Amplio sino posiblemente más renovado. Habrá que ver si su equipo de gobierno, joven y sin experiencia, puede hacer frente a todos estos desafíos que, en la actual coyuntura, se presentan complicados.