Ramiro Rivera Molina

¿Debate?

Admitamos que la intención del Código de la Democracia al fijar la obligatoriedad de un «debate» entre las candidaturas está inspirada en un genuino deseo: que la ciudadanía conozca el pensamiento de quienes aspiran al poder.  Pero lo que vimos el domingo 13 no fue un debate, entendido éste como una controversia, una contienda y discusión con algo de profundidad. El formato, los segundos y el minuto, no lo permitieron. Además, los moderadores se extraviaron en una dinámica laberíntica y hasta se abusó. Algún candidato no logro entender lo que ocurría.

No es justo descalificar a todas las personas que se presentaron. Aunque no tengamos partidos que merezcan ser tales, existe una nueva generación de personas preparadas en universidades de prestigio: Sonnenholzner, Topic, Noboa, Hervas, Pérez, Gonzáles. Pero, ¿sabían ustedes, que más del 70 por ciento de los legisladores de la asamblea disuelta, tenían títulos universitarios.? Ser titulado no es una garantía para reflexionar y deliberar. Menos, idoneidad para conducir el destino de un país en crisis.

Presentarse en un debate como alto parlante de un caudillo no es ningún mérito, falsear la historia tampoco, repetir el catecismo, escurrirse en consignas y eslóganes elaborados con la magia de la mentira y el método goebbelsiano, es un frustrado intento de embaucar a los electores.  Es celebrar el cinismo en un rito público de sumisión y fervor por un caudillo resentido.

Sangró la democracia con la ausencia de Fernando Villavicencio. Alguna de las bandas criminales asociadas con maquinarias políticas que viven de la corrupción, lo exterminaron de manera brutal. Les era incómodo. Los enfrentó con valentía, los señaló con nombres y apellidos. Lograron silenciar una voz firme y digna.  Hannah Arendt dijo que los totalitarios, adoptan «la mentira como paso previo al asesinato», y que «resulta más fácil eliminar una figura pública de los registros históricos si al mismo tiempo es posible eliminarla del mundo de los vivos». Mataron a Villavicencio para destruir su pensamiento y ocultar la corrupción; pero su voz está vital y no hay escondrijo alguno para reducirla al olvido.   

Suplementos digitales