Entre los acuerdos de las mesas de diálogo figura uno que ha pasado desapercibido. Explicable porque esta sociedad no prioriza la educación. Y porque se deslizó entre muchos temas, sin discusión. Parecía tan natural…
En el acuerdo se juegan aspectos esenciales. Se plantea el “ejercicio de la autonomía completa, orgánica y política del Sistema de EIB (Educación Intercultural Bilingüe)…” Se refuerza autonomía curricular, administrativa y financiera. Se asigna 133 millones anuales… Involucrados: 152 838 estudiantes, 1 736 instituciones, 9 001 docentes.
Una lectura considera una cesión bajo presión en la que el estado renuncia su rol de rectoría. Se entrega la EIB a una organización y a un proyecto político particular. No especifica instancias y procesos de rendición de cuentas. Con dos grandes peligros: creación de un territorio libre y nuevo adoctrinamiento.
Otra lectura valora el acuerdo como pago de una deuda histórica. Momento de avanzar hacia una educación pertinente a la diversidad y a los derechos, sin tutelajes y de mejor calidad. Considera que existen avances suficientes como el Mosieb (Modelo del Sistema de EIB), materiales, docentes, capacidades de gestión, cooperación internacional.
Estamos frente a un acuerdo sensible y de gran responsabilidad. No hay indicios que los Ministros de Educación y Gobierno -tan satisfechos- estén conscientes de la magnitud del cambio, sus ventajas y riesgos.
El tema espinoso es la autonomía. ¿Será total o habrá límites? ¿Tendrán algún papel de las autoridades nacionales? ¿Habrá puentes con el sistema general? ¿Existirá acompañamiento?… Faltan respuestas en parte por la velocidad de aprobación, sin diagnóstico ni proceso de transición.
Queda mucho por platicar… etnoeducación, apertura de escuelas rurales, variedad de nacionalidades, interculturalidad para todos, evaluación… Ojalá los actores educativos se involucren. Se trata de una oportunidad única… Que nos compete a todos. Que reclama aclaraciones del MEC… Seguiremos conversando…