En los últimos dÃas se ha conocido por las propias fuentes del gobierno y del Presidente Moreno de proyectos inconclusos, de obras con costos que duplican los valores originales, de empresas del Estado que llevan perdiendo plata ya algunos años, todo esto adicional a lo que ya conocÃamos como el pavoroso desperdicio de más de USD 2 300 millones en la mal hecha repotenciación de la RefinerÃa de Esmeraldas, la abandonada obra de la RefinerÃa del PacÃfico donde reposan USD 1 500 millones que hoy tanta falta hacen, entre muchos otros asaltos al erario nacional. A esto y mucho que aún no conocemos debemos añadir la incursión del Estado como inversionista, pues a la Revolución Ciudadana le encantaba meter la nariz donde era y no era invitada. Canales de televisión radios, periódicos, farmacéuticas, importadoras compañÃas de aviación, gasolineras, compañÃas coordinadoras, bancos, hoteles, etc. etc., son ejemplos del Estado empresario. ¿En que se traduce toda esa malhadada gestión económica?
En un Ecuador con un déficit fiscal del 8% de PIB, un gasto público agregado equivalente al 40% del PIB, una nómina pública cercana al 10% del PIB, una inversión extranjera equivalente a la décima parte de lo que recibe Perú y 15 veces menos que Colombia, el menor crecimiento de la región luego de Venezuela, asà como registrar el segundo más alto riesgo paÃs de América Latina después también de Venezuela, una deuda pública equivalente al 60% de PIB que es 4 veces superior al porcentaje de hace apenas 7 años y un Instituto de Seguridad Social con alto riesgo de incumplir pronto sus compromisos de salud, jubilación y el resto de prestaciones por serios problemas de liquidez, financieros y actuariales. ¿Cómo calzan las tan repetidas obras en vialidad e hidroelectricidad en estos resultados luego de una década de abundancia de recursos? Simplemente no calzan. Son realmente parte del problema. Obras hechas de forma inadecuada e irresponsable, carreteras que no transportan productos por una economÃa estancada, proyectos sobredimensionados financiados con deuda onerosa y, para colocar la guinda en el pastel, nuevos ricos productos de la corrupción. ¿Es esa la mesa servida de la Revolución Ciudadana? ¿Es eso lo que quieren defender los ya pocos radicales que le restan al expresidente?
Ha sido una dura lección para la mayorÃa de ecuatorianos que trabajamos todos los dÃas con esfuerzo y con honestidad, seguir conociendo lo que han hecho con el paÃs en los últimos años. Que las autoridades públicas no permitan dejar en el olvido estos atracos. No por venganza, sino por responsabilidad con el paÃs y con todos los ecuatorianos decentes que somos la mayorÃa. Y, en economÃa, limpien tanto exceso, esa obesidad mórbida que es lamentablemente la clara evidencia de la corrupción y el despilfarro.
Columnista invitado