La vida polÃtica -y particularmente las elecciones- tienen un poder enorme para construir mentiras. Y para convertirlas en ingredientes edulcorados de costosas campañas publicitarias. Para persuadir. Para atropellar con demagogia y populismo. Todo vale para llegar al poder.
Una mentira cerdosa es el altruismo… procurar el bien de las personas de manera desinteresada, aun a costa de los propios intereses. En estas semanas, a los candidatos seccionales les ha brotado súbitamente esta abnegación por los demás. Están dispuestos a despojarse de privilegios para terciar y sacrificarse para servir a los otros. Todos se han vuelto solidarios, generosos y filántropos. Una tropilla de ángeles nos viene encima.
Lastimosamente, hay gente que come cuento. Y necesita creer e ilusionarse. Y no se pregunta el origen del repentino desprendimiento, los cambios de estilo, el abrazo a niños y ancianos, el pasado poco edificante, la seducción del poder, casi siempre adosada a beneficios económicos inconfesables.
Otra mentira invasora es la negación de la polÃtica. Resulta que ahora, ningún candidato es polÃtico. La escena y la clase polÃtica han caÃdo tan bajo, que prefieren guardar distancias… Todos niegan afiliaciones y tendencias ideológicas y se ubican extrañamente a favor de todos. No hay alineamientos ni colores para esta empresa de salvación.
Y mucha gente… come cuento. Y bendice que esta vez no vendrán los polÃticos mañosos. El desencanto puede ser enorme. En poco tiempo verán a sus salvadores enlodados y defendiendo a dentelladas su metro cuadrado, sus intereses de grupos y de bandas. Tampoco hay partidos.
A estas alturas no se pueda esperar mucho de los candidatos. Ninguno arriesgará su aventura dotando de nuevos sentidos al servicio y a la acción polÃtica, que no se trata de negarla o encubrirla… Otra vez la pelota vuelve a nuestra cancha de electores. Cuidado.. ya hemos visto que la ingenuidad arrincona. No votemos por figuras etéreas y falsetas.
No nos hagamos más daño.