¿Qué pasará de noche?… No hay mañana / que no tenga el jardín rosas difuntas… / Sobre estas cosas, cariñosa hermana, / por qué, a Nuestro Señor, no le preguntas”. (Fragmento del soneto Elegía de las rosas, 1913, de Remigio Romero y Cordero).
¿Qué pasará de noche con las rosas de la Asamblea Nacional? No lo sabemos. El miércoles 16 de octubre a las seis y media de la tarde, Lenin Moreno envió a la Asamblea Nacional un grandísimo florero. En él iba un arreglo floral de cuatrocientas cuatro rosas de ocho colores, de veinticinco variedades de espinas y de cuatro tallos secos.
El florero es la ley de Crecimiento económico desmenuzada en “El proyecto de ley orgánica para la transparencia fiscal, optimización del gasto tributario, fomento a la creación del empleo, afianzamiento de los sistemas monetario y financiero, y manejo responsable de las finanzas públicas”.
Con su aplicación paciente y rigurosa, esperan sus forjadores que saldremos del pozo al que la perversión de un mandatario y la indolencia de la ciudadanía nos empujó sin piedad. Lenín, en cuanto presidente y co-legislador, ordenó a la Asamblea que, hasta hoy domingo 17 de noviembre a las seis y media de la tarde, le devuelvan el florero, las rosas, las espinas y los tallos. La Asamblea debe devolverlo tal cual lo recibió, pero con agua limpia. Si la Asamblea no devuelve el ramo de rosas hasta las seis y media de la tarde de hoy, tendremos aprobado el florero, aprobada la ley de Crecimiento.
Los mayores peligros de ella son: — proponer que la Junta de Política y Regulación Monetaria y Financiera se convierta en un instrumento de uso exclusivo del presidente de la República; — que el Banco Central se convierta en un Jesús del Gran Poder que pueda hacer milagros con el dinero de la Banca Privada y del IESS y – que la Superintendencia de Bancos quede como un ente de papel.
Cuando se creó el BC se creó la Superintendencia de Bancos (SB). El gran depredador convirtió a la SB en perra flaca y desganada. Ahora la ley de Crecimiento profundiza lo de Rafael al disponer que la pobre perra SB vaya al dentista a que la deje en pura encía y visite al laringólogo para que le corte las cuerdas vocales. Ni morder al BC, ni siquiera ladrarlo.
Tememos que se repita la crisis bancaria de fines de siglo pasado iniciada cuando Durán-Ballén engordó, sin quererlo, a cierta banca glotona y corrupta. Cinco años después hubo llanto y crujir de dientes y millones de lágrimas en los ojos de nuestros emigrados.
Esto se puede repetir con un nuevo engorde del BC, porque nuestros economistas no tienen en cuenta la variable de la corrupción que todo lo desbarata. Sabemos por qué en nuestro Ecuador habrá rosas difuntas mientras no nos cortemos las uñas y por disposición de las leyes los órganos de Control sean pobres perros castrados. La gerente de la S.B. ha propuesto un proyecto que remedie tanto mal. ¡La oirán!