En la historia estadounidense solo tres presidentes han sido acusados de haber cometido un crimen grave que les ha causado ser investigados y puestos en la palestra con una posible destitución de su cargo. El primero, Andrew Johnson, que por tres votos en el Senado no fue destituido (1868); Richard M. Nixon renunció por Watergate antes de llegar a votación su juicio político (1974); William “Bill” J. Clinton por mentir bajo juramento perdió en la Cámara de Diputados y ganó en el Senado (1999). Hoy el cuarto primer mandatario irá al Senado luego de que la mayoría demócrata votará a favor del impeachment o juicio político.
El jefe de Estado, Donald Trump, será acusado por la Cámara de Diputados de varios delitos durante su administración por presionar al presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, para que investigue al hijo del ex presidente y hoy candidato presidencial demócrata Joe Biden.
La prueba nace de un whistleblower o informante anónimo sobre la grabación telefónica entre los dos mandatarios, la acusación de esconderla cuando se revisó su contenido y las implicaciones políticas. Al igual que Watergate, llamadas y sus grabaciones en la mesa.
La semana pasada, el diario The Wall Street Journal publicó que el abogado personal y ex alcalde Rudy Giuliani solicitó ocho veces a Zelensky que coordinara para investigar a Hunter Biden por pedido del Presidente, quien era director en la compañía de gas ucraniana Burisma Holdings. Además, a Giuliani lo llamarán a declarar en la Cámara Baja como testigo y no como abogado, lo cual es una estrategia para eliminar su privilegio abogado-cliente; también citarán a declarar al secretario de Estado, Michael R. “Mike” Pompeo, que afirman que estuvo presente en la famosa llamada. De la trama rusa pasó a su vecino a la trama ucraniana…
La diferencia entre el Reporte Mueller y el informe Zelensky es que en el primero los principales acusados eran el jefe de campaña Paul Manafort y otras personas allegadas, pero de forma indirecta afectaba al Presidente; en cambio, en este segundo caso, es Donald y solo él quien conversa con Volodymyr.
Para Trump se trata de una nueva “cacería de brujas” y una potencial “guerra civil”. La lucha entre trumpistas y anti-trumpistas se endurece sin que exista claridad sobre las consecuencias difíciles e inéditas para las elecciones presidenciales del 2020, aunque las encuestas señalan que la mitad de los estadounidenses están de acuerdo con que exista el juicio político por este acto, algo que la jefa del congreso Nancy Pelosi estuvo esperando.
Por ello, todo quedará en la votación del Senado, donde 20 republicanos deberían traicionar a su Primer Gobernante para aceptar el impeachment y remover a Trump; la política y el tiempo lo dirán.