Considerando que hoy hay elecciones quizás sea el momento de topar algún tema importante, pero políticamente inocuo como el dinero electrónico.
La conclusión central es que para que exista y funcione algo así, se necesita (como todo en el mundo de las finanzas), que haya confianza en los bancos que lo administren.
Si el banco que maneja el dinero electrónico no goza de la confianza del público, el sistema estaría condenado al fracaso.
Una reflexión teórica: no existe una definición sobre lo que es dinero electrónico, pero se podría decir que es todo movimiento de plata hecho con medios electrónicos, ya sea en desde un banco privado o desde uno público. Por lo tanto, toda persona que haya usado su computadora o su celular para hacer transferencias o pagos, ha usado dinero electrónico, independiente de cuál sea su banco.
Una definición más estrecha (pero incorrecta) de dinero electrónico sería aquel movimiento hecho solamente desde un teléfono móvil, pero eso sería desconocer que cada vez son menos relevantes las diferencias entre computadoras de escritorio, portátiles, tablets o celulares.
Por lo tanto, nos quedamos con la definición de “dinero movido usando medios electrónicos” y ahí se podría decir que “antes”, usando un cheque, se hacía pagos con el dinero que estaba en una cuenta bancaria y ahora se los puede hacer usando una computadora.
Es más, el símil del cheque y de la cuenta de la que salió puede ser útil para ver algunas características del dinero electrónico, porque lo relevante no es el cheque sino la cuenta en la que estaba esa platita, antes de ser transferida.
Y la pregunta central, aunque suene a trabalenguas, es: ¿por qué estaba en la cuenta en la que estuvo?
Y la respuesta es porque su dueño confiaba en el banco en el que la depositó. Y esa es la clave porque las finanzas todo funciona por confianza.
En Kenia, uno de los pocos países donde es muy popular hacer transferencias usando celulares, la totalidad del dinero de las cuentas habilitadas para transferencias, se encuentra depositado en el BCA, una institución financiera que, evidentemente, goza de la confianza del público keniata.
Quizás vale aclarar que el BCA es el Banco Comercial del África (privado) y no se lo debe confundir con el BCE (siglas similares, usadas para el Banco Central del Ecuador).
La clave, entonces, parecería ser, que la institución en la que se deposita el dinero goce de confianza, más allá de los mecanismos que se pueda ofrecer para moverla de una cuenta a otra.
Obviamente, es ideal que los mecanismos para transferir el dinero sean sencillos y seguros, pero la confianza es la base de todo lo demás. Nadie va a dejar su platita donde sienta que no está segura.