Desde 1987 hasta 1997 fui miembro de Acción Ecológica pero no son los 10 años de activismo que me llevan a decir que todavía #soyacciónecológica. Soy Acción Ecológica porque me mueven las mismas preocupaciones y compromisos éticos, y porque creo que las organizaciones no gubernamentales (ONGs) no deben limitarse a practicar la caridad para “parchar” la ineptitud de los gobiernos, sino que deben apoyar el cambio de estructuras y políticas que perpetúan la destrucción ambiental y la inequidad social. Dos males que van de la mano.
Acción Ecológica es una organización líder global. Aún antes de que su nombre sea reconocido en las plataformas internacionales, los gobiernos ecuatorianos entendieron la importancia de escuchar a las mujeres de Acción Ecológica –aunque les hayan incomodado muchas veces. En Enero de 1994 participé como parte de Acción Ecológica en una toma pacífica -la no violencia ha sido el credo de la organización- del Ministerio de Energía en oposición a la Séptima Ronda de Licitaciones. El Ministro de entonces, Francisco Acosta, decidió invitar a una comisión de los manifestantes a su despacho. Allí expusimos nuestra preocupación por las malas prácticas de las empresas petroleras y el peligro de que los nuevos bloques afectarían áreas naturales sensibles, y a pueblos indígenas y campesinos. Después de varias reuniones, el Ministro Acosta decidió realizar una visita conjunta a las áreas petroleras, y dispuso que la Fuerza Aérea proveyera el transporte, Petroecuador la logística, y nos pidió a Acción Ecológica organizar el itinerario del viaje y reuniones con las comunidades locales. El Ministro también invitó a periodistas. La visita y el diálogo no resultaron en la anulación de las licitaciones petroleras, pero si en una serie de mejoras y controles ambientales en Petroecuador.
Mirando el pasado y el presente, se aprecia por un lado, un Ministro de Energía que tuvo al menos curiosidad de entender los reclamos ciudadanos cuando se opusieron al desarrollo petrolero irracional; por otro, vemos los Ministros de la “revolución ciudadana” que pretenden la “extinción y disolución” de una organización ciudadana, porque en sus ojos promover la resistencia al extractivismo significa promover la violencia. Sospecho que la prueba debe ser algún “twitt” ya que los Ministros no han podido establecer nexo alguno entre Acción Ecológica y la muerte de un policía por un enfrentamiento con el pueblo Shuar.
Los enemigos del actual gobierno no son Acción Ecológica ni el Pueblo Shuar, sino la ceguera de sus líderes. El gobierno ecuatoriano ya conoce el “efecto boomerang” o en otras palabras el “karma” que trae la persecución de las defensoras y defensores de la naturaleza, pero por alguna razón no aprende. Se lo han dicho los relatores de las Naciones Unidas, figuras políticas y académicas, organizaciones sociales, activistas y muchos otros alrededor del mundo. Las voces de solidaridad con Acción Ecológica continúan multiplicándose.