Una noche, hace unos meses, mientras sacaba algo de mi auto, estacionado frente a mi casa, escuché un golpe y sentí un fuerte remezón. Al levantar la cabeza vi que un auto había golpeado al mío, dejándole un guardafangos muy malogrado, y que intentaba ingresar rápidamente a un parqueadero. Corrí para detenerlo y prácticamente tuve que pararme delante para que no siguiera avanzando.
La conductora era mi vecina, una señora de unos 70 años, que se bajó asustada y llorosa, sosteniendo que no se había dado cuenta. No lo consideré posible, pero hice como que le creía. Se disculpó vehementemente y me pidió que no llame a la Policía. Tras meditarlo un poco y viendo su preocupación, accedí y le pedí que llamara a su seguro. No lo tenía, pero se comprometió a pagar el deducible del mío.
Decidí confiar en ella y sellamos el acuerdo con un apretón de manos. Al fin y al cabo, era mi vecina, no me iba a quedar mal, ¿cierto?
Semanas después, luego del cambio de la pieza dañada, le escribí adjuntándole la factura con el valor pagado como deducible: USD 272,00. Su respuesta fue que, “pese a que los dos tuvimos la culpa”, ella cumpliría su palabra, pero que pagaría USD 50,00 mensuales. Haciéndole caer en cuenta que la culpa era sólo suya, acepté a regañadientes, ¿qué más me quedaba?
Pasaron los días y no recibí ningún pago, por lo que volví a escribirle. Su respuesta fue que no consideraba que ese fuera el costo del arreglo y que me pagaría únicamente USD 150,00, porque, casi, casi, yo le había chocado a ella. Finalmente, pagó solo USD 100,00… en dos cuotas.
“¡Qué confiado!” pensarán, por no decir otra cosa, pero es mi vecina, parte de mi comunidad y quise confiar en ella.
La confianza interpersonal se da cuando, en el peor de los casos, A cree que B no le dañará consciente o intencionadamente y que, en el mejor de los casos, tratará de actuar en su interés y protegerlo.
Un alto grado de confianza interpersonal conlleva una percepción positiva de las instituciones democráticas, mayor participación ciudadana y mejores niveles de tolerancia con quien piensa diferente y con las minorías, lo que permite una mejor vida en comunidad, disminuyendo la polarización y fortaleciendo el tejido social.
Los países con mejores estándares de vida y calidad democrática tienen altos niveles de confianza interpersonal.
De acuerdo con la última Encuesta Mundial de Valores llevada a cabo en 2014, el 93% de los ecuatorianos desconfía de los demás y un 27% cree que la gente es muy aprovechadora, lo que a su vez influye en la intolerancia con quien piensa diferente y con las minorías, que asciende a niveles muy preocupantes.
Estas actitudes afectan negativamente al tejido social y a la democracia.
Así, si usted quiere un mejor país, cumpla con sus acuerdos y genere confianza, no sea como mi vecina.