Expresión popular utilizada en el Litoral ecuatoriano. Es sinónimo de conchudo, sinvergüenza o caradura, y fue puesto de moda en las denostadoras sabatinas que caracterizaron al correato.
El caretuco es el individuo que justifica incorrecciones presentándolas como si fuesen justas o indispensables y destacándolas como admirables proezas.
Innumerables son los ejemplos expuestos en la década fenecida que calzan en esta concepción. Recordemos algunos de ellos:
Los Pativideos, filmaciones de varias reuniones semi secretas en las que se acordaba desinformar a los acreedores internacionales con la falsa noticia de que el gobierno no pagarÃa la cuantiosa deuda externa, lo que ocasionó una inmediata disminución del precio de los bonos. Sorpresivamente, se concretó el pago y los socios venezolanos, que compraron esos bono baratos, los vendieron más caros y ganaron muchÃsimo dinero. ¿ Lo repartieron?
La Valija Diplomática en la que se transportó droga a Italia, paÃs donde se apresó a los culpables, a diferencia de total inacción en el Ecuador, anestesiado por evasivas declaraciones del Canciller de ese entonces.
Juicios varios: al Banco Pichincha, al diario El Universo, a los periodistas Juan Carlos Calderón y Cristian Zurita, al asambleÃsta Cléver Jiménez y a su asesor Fernando Villavicencio, dirigidos por Correa, con la exigencia de elevadas sumas de dinero, en concordancia con su inocultable codicia.
La grotesca intromisión de Correa en la justicia, en sentencias y sanciones y su actual reclamo por lo que, desvergonzadamente, él califica como falta de independencia de jueces y fiscales.
Su tenaz oposición a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA y la posterior solicitud, a la misma, para que lo defienda de la que considera vulneración a sus derechos, con sinigual descaro.
Los costosos desplazamientos de los aviones presidenciales en viajes sospechosos a remotos paraÃsos fiscales, conchudamente catalogados como beneficiosos para el paÃs, por el ex presidente.
La auto calificación de perseguidos polÃticos de numerosos ex funcionarios indiciados y sentenciados, para esconder su verdadera calidad de corruptos que se apropiaron indebidamente de miles de millones de dólares nunca devueltos al pueblo ecuatoriano, su legÃtimo dueño.
Las oscuras añoranzas de pompas, galas y deleites y la desesperación de retomarlas a cualquier precio, ya incitando a rebeliones, ya pactando con presidiarios, en un total menoscabo de la ética y la moral, traducen a plenitud el proceder de los verdaderos caretucos y la necesidad de aislarlos definitivamente del poder, para forjar una historia nacional lÃmpida y honorable.
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