Esta semana el Banco Mundial presentó su informe sobre educación titulado “Aprender, para hacer realidad la promesa de la educación”.
Documento interesante, que contiene varios asertos sustentados en investigación, que coinciden con reflexiones y propuestas de la sociedad civil y el pensamiento educativo latinoamericano y ecuatoriano desde hace varios años. A más de ratificar lo que casi todas las voces señalan, respecto a la crucial importancia de la educación para el desarrollo de las personas y de los países, el corazón del informe señala que la: “Escolarización no es lo mismo que aprendizaje”, con lo que propone un viraje sustantivo al enfoque de las políticas educativas que durante décadas los gobiernos han reiterado como prioridad: el acceso a la educación, el incremento de la matriculación; que siendo importante, no soluciona lo fundamental: que los estudiantes aprendan.
En efecto, el informe ratifica con múltiples datos de experiencias alrededor del mundo, que los niños y niñas pueden ir a las escuelas en mayor número, pero no necesariamente aprenden. En nuestro caso, desde hace años, se les ha dicho a los gobiernos que “puedes llevar a más niños a las escuelas, pero les llevas a las mismas escuelas de siempre”, con profesores mal formados, desmotivados, mal pagados y burocratizados.
Escuelas con estructuras autoritarias que alientan la violencia, el maltrato y el acoso sexual; con entornos culturales neocoloniales y racistas, reforzados por un modelo educativo “meritocrático”, competitivo, que potencia la exclusión, la elitización y la homogeneización, a través de un sistema de evaluación estandarizada, que al menos en ciencias sociales y en historia han vuelto a las aulas el viejo memorismo.
Cambiar el enfoque de las políticas hacia el aprendizaje es clave, como señala el informe. Pero aquí viene otro debate: ¿Qué aprendizajes? Se vuelve urgente superar la visión parcial y reduccionista sobre los aprendizajes. Es ineludible impulsar el aprendizaje en lenguaje y matemáticas. Pero no solo de ellas. Hay que desarrollar también en las personas sus capacidades ciudadanas y democráticas, su corresponsabilidad con el país y con el planeta. Incorporar los aprendizajes en la ciencia, la técnica y los valores de honradez y justicia, así como la reciprocidad, solidaridad y complementariedad, presentes en la filosofía de nuestros pueblos originarios.
Desarrollar en las personas, como dice el informe: “habilidades cognitivas complejas, como la capacidad de resolver problemas. Asimismo… competencias socioemocionales, como la capacidad de reflexionar antes de actuar”. Prepararlas para la vida.
Para esto, el Ecuador, ahora, tiene que cambiar radicalmente de modelo educativo y construir otro sistema de evaluación, entre otros pasos.