En siete días Francia afronta un peculiar proceso electoral. La segunda vuelta, o balotaje (ballotage, en francés) definirá su destino político.
Como se ha acostumbrado ya en varios países las novedades son moneda común en materia política electoral. La primera vuelta francesa dejó por primera vez fuera de combate al gaullismo, una fuerza de derecha que surgió luego de la II Guerra Mundial a la sombra de un líder consistente: el general Charles de Gaulle.
Otra novedad es que una corriente que ha sido potente en el espectro político en los últimos años, el socialismo, no estará en el balotaje, o al menos de forma directa, puesto que Emmanuel Macron, si bien fue ministro de Francois Hollande representa con más nitidez a una tendencia liberal.
En esa suma de novedades el surgimiento de una nueva fuerza de derecha extrema, representada por Marine Le Pen, es noticia puesto que está en segunda vuelta y muestra algo del confuso panorama que viven varios países de Europa.
Así mismo el surgimiento de populismo de izquierda ocupa espacio, alcanzó el tercer puesto con Mélenchon y puede tener futuro.
Una huella constante en esta campaña es la corrupción que afectó al gobierno saliente y a los derechistas Fillon y Le Pen.
El mapa político viene aparejado de otros aspectos que inquietan. El terrorismo ha cobrado todos estos años muchas víctimas en Francia. A dos días de la primera vuelta un tiroteo retumbó en plenos Campos Elíseos, a poca distancia del emblemático Arco del Triunfo, y dejó su huella de sangre. Muchos esperan que la seguridad se redoble aunque la libertad pague un precio alto.
Europa no se repone del todo del sacudón de la crisis griega ni de los altibajos de España, Portugal e Irlanda. La factura la pagaron
Las noticias del Brexit en Gran Bretaña muestran que las encuestas a veces se equivocan. Pero por ahora, Macron es el amplio favorito para frenar la expansión de la ultraderecha de Le Pen.