Al cumplirse 25 años del primer cruce ecuatoriano al Canal de la Mancha, algunos recuerdos se han vuelto recurrentes en el nadador quiteño Galo Yépez: el color gris del agitado mar entre Inglaterra y Francia, el sabor del agua salada mezclada con petróleo o ese cúmulo de emociones que sintió en la orilla, cuando por fin pudo hacer posible su sueño pese a todas las dificultades que sorteó en el camino.
Ya son 25 años de la “hazaña de la Mancha” y el deportista de 66 años se alista para celebrarlo en el agua, naturalmente.
Aunque la organización no ha dispuesto una categoría para su edad, este 10 de septiembre del 2022 tomará la partida en la Travesía al Lago San Pablo, en Imbabura, en la edición 60 de esa tradicional prueba de aguas abiertas. Allí, en su ambiente, celebrará brazada tras brazada su más grande logro deportivo.
En la madrugada del 9 de septiembre de 1997, con 41 años de edad, el quiteño Galo Yépez se lanzó al frío y agitado mar en un momento cumbre de su vida deportiva. Se encontraba en forma y había sorteado tantas dificultades que no podía darse el lujo de fracasar, aunque los temores y los pensamientos negativos hayan sido tan persistentes.
En el mar todo puede ser impredecible y más aún cuando se empieza a nadar en las oscuridad de la noche. Se lanzó y empezó a bracear entre olas gigantes. Cada 15 minutos se hidrataba y cada 45 comía, sobre todo “banana ecuatoriana” que desde el barco guía (obligatorio en estos cruces) le pasaban sus compañeros de expedición: el entrenador argentino Claudio Plitt, el nadador italiano Walter D’Angelo con quien se hizo amigo en los días previos a su cruce, entre otros.
Al final, después de 12 horas y tres minutos; después de haber continuado pese a los vómitos y los mareos, Galo Yépez cruzó desde Inglaterra a Francia en un reto insigne de las aguas abiertas. Si bien hay otras travesías y pruebas incluso más largas, nadar en las frías aguas del Canal de la Mancha sigue siendo el reto cumbre de quienes se lanzan al mar, al llamado ‘Everest de los nadadores‘. El primer cruce de la historia lo logró el inglés Matthew Webb en 1875.
Un sueño que empezó en la infancia
Yépez fue el primer ecuatoriano en cruzar el afamado canal. Su camino hacia la Mancha bien pudo haber empezado a los ocho años cuando por primera vez fue a nadar en la piscina del Sena, “entonces la única piscina de agua potable en Quito”, por una invitación de un amigo de la infancia.
El anhelo de nadar sin pausas, de obtener la resistencia para bracear durante horas y horas en el inmenso mar también pudo haber empezado en su primer cruce al Lago San Pablo cuando con solo 12 años ya desafío al agua fría.
Esos primeros encuentros con la natación y con las aguas abiertas marcaron su vida. Muchas personas se sumaron en su formación: amigos nadadores y entrenadores que fueron dejando huella en su técnica… Los años pasaron y siguió nadando.
Todo aquello confluyó a mediados de los años 90 cuando se coronó campeón nacional de aguas abiertas. Entonces, con casi 40 años, triunfó también en una prueba 27 km en el Río Guayas, en la que participaron cuatro intrépidos nadadores. Fue luego de ese desafío, en julio de 1995, cuando “redescubrimos que tenía una gran capacidad de entrenamiento”.
Después de ese reto en Guayas Jorge Delgado, actual presidente del Comité Olímpico Ecuatoriano, le regaló un libro sobre el Canal de la Mancha. Entonces, buscar esa hazaña se convirtió en una obsesión. Se planteó seriamente el proyecto.
Una figura clave en ese proceso fue su mánager José María Chiavassa, ahora ya fallecido. Al proyecto se sumaron el médico Óscar Concha, el entrenador argentino Claudio Plit, entre otros.
Récord tras récord
Yépez y su equipo se plantearon llegar al Canal de la Mancha en 30 meses, con el compromiso de realizar al menos una travesía en aguas abiertas cada mes. Fue así que hizo del Lago San Pablo uno de sus principales lugares para practicar. En este llegó a nadar hasta 12 horas seguidas.
“En 1995 también fui pionero en nadar en Cuicocha. Ahí nadamos con Darío Quilumba y Jean Pierre Tejada. Fuimos los primeros en hacerlo”, recuerda.
Para aclimatarse al frío, Yépez llegó a probarse en la laguna de Mojanda y en el reservorio de Tulcán. Estos dos fueron los lugares más fríos en los que nadó.
Se probó también en el Océano Pacífico, entre la Isla de la Plata y Puerto López, y hasta llegó a completar los 60 km en el Río Paraná, en Argentina.
Un mes antes de la travesía al Canal de la Mancha se sentía fuerte y motivado, pero no había confirmado su viaje. Entonces, a raíz de un reportaje en el programa La Televisión, una institución bancaria (Banco del Pichincha) se comunicó con él para auspiciarlo.
“Me creían loco por querer cruzar el canal con más de 40 años. No podía fallar y me hice la promesa de hacer una brazada por cada ecuatoriano. Mientras nadaba pensaba en mi madre, en mi familia, en mis hijos. En todos los ecuatorianos a los que representaba. A la séptima hora de travesía vomité y estaba deshidratado. Me dieron una pastilla y solo una hora después pasó el mareo. El mar estaba muy movido, pero no podía detenerme. Cuando estaba cerca de terminar desde el barco me gritaban ‘Galo, el canal es tuyo’…. Fui el primer ecuatoriano en Cruzar el Canal de la Mancha. Cuando topé tierra sentí que cumplí mi sueño y que cumplí con mi país”.