El nadador imbabureño de 19 años tiene discapacidad visual. En un año acumula 11 medallas de oro a escala nacional e internacional. Fotos: Cortesía de Jefferson Peñafiel y Manuel Quizhpe / EL COMERCIO
Hace un año Jefferson Peñafiel se alejó de sus padres y cuatro hermanos, quienes viven en la parroquia Seis de Julio de Cuellaje del cantón Cotacachi. Pese a su discapacidad visual nunca puso reparos para trasladarse a Cuenca en busca de nuevos retos.
Su progenitor, Segundo Peñafiel, no estuvo de acuerdo con esa decisión. “Mi papá no quiso, pero le dije que quiero progresar y sobre todo porque me ofrecieron ayuda”. La Federación Deportiva del Azuay (FDA) le apoya con hospedaje, alimentación (de lunes a viernes) y uso de la piscina.
La Escuela de Natación de los Hermanos Enderica aporta con el técnico Juan Fernando Enderica y tiene el auspicio de la Prefectura del Azuay. Su padre y hermanas mayores aportan económicamente para su alimentación de dos días: sábado y domingo.
En la parroquia Seis de Julio de Cuellaje, su hermano Franklin (de 28 años) y su padre se dedican al sembrío de granadilla y fréjol; mientras su madre: Sonia Ayala, es ama de casa. En cambio, sus hermanas Ruth (24) y María Belén (22) trabajan en plantaciones de flores. Su hermana menor, Sonia (15), estudia. Con su familia se contacta vía telefónica cada dos o tres días.
Jefferson cuenta: “Yo también ayudaba a mi padre, aunque no podía coger el machete porque era peligroso, lo que hacía es cargar la granadilla o el fréjol”. El nadador imbabureño de 19 años tiene discapacidad visual de nacimiento. No puede ver más allá de una distancia de 50 centímetros.
Antes de incursionar en la natación era atleta, disciplina que practicó desde los 15 años. En representación de Imbabura ganó medallas de oro a escala nacional en las pruebas de 50, 100, 200, 400, 1 500 y 5 000 metros.
Sin embargo, un equipo de profesionales brasileños llegó al país el año pasado, evaluó a algunos deportistas y a Peñafiel sugirió que se dedicará a la natación. Ahora, el extrovertido deportista agradece a quienes le abrieron las puertas para entrenarse en Cuenca.
Vive en la residencia de la FDA, a pocos pasos del coliseo Jefferson Pérez. De allí camina unos 80 metros para prepararse en la piscina olímpica, situada en las mismas instalaciones del complejo Boliviariano. Por la tarde se traslada al colegio Ecuador, en donde es alumno del segundo año de bachillerato.
Con su preparación en Cuenca, Peñafiel ha sumado este año 11 medallas de oro en los torneos nacionales e internacionales. Allí están incluidas las cuatro preseas doradas conseguidas en el Open Internacional de Paranatación, realizado a mediados del mes pasado en Guayaquil.
Sus pruebas favoritas son los 50, 100 y 200 metros libres. Su meta para el 2019 es clasificar a los Juegos Parapanamericanos en Perú y su sueño es alcanzar un cupo para los Juegos Paralímpicos en Tokio 2010. “Estoy consciente que para lograr esos desafíos requiero una mejor preparación y más apoyo”.
Según Juan Enderica, la evolución de su dirigido ha sido muy buena especialmente en las pruebas de 100 y 200 m libre. “Él empezó desde cero, porque antes no estaba acostumbrado a entrenamientos sistemáticos, incluso solo competía en 50 metros”.
En sus inicios hacía un entrenamiento de entre 1 000 y 1 200 metros, ahora cubre hasta tres kilómetros al día. Él, en 50 m ha mejorado 80 centésimas, mientras en 100 y 200 m ha progresado entre cuatro y ocho segundos. Enderica reconoce que “le falta bastante porque está acoplándose y todo dependerá del apoyo que reciba el próximo año. Tiene el 75% de pérdida de la visión”.
Peñafiel suma dos salidas internacionales. El 2017 compitió en Estados Unidos y terminó segundo en 50 y 100 m. Viajó con el técnico Santiago Nicaragua y con apoyo del Consejo Provincial de Imbabura. Este año viajó con la delegación nacional paralímpica a Brasil, en donde fue cuatro y quinto en los 50 y 100 m.