No es una exageración decir que Barcelona SC es la mitad más uno del Ecuador. Aunque las matemáticas no lo confirmen, la calle, las gradas y miles de ecuatorianos lo sienten así. Sus títulos, su historia y su mística lo convirtieron en el club más popular del país y el más laureado a nivel local.
Esa grandeza también traspasa la lógica: hay quienes se hicieron hinchas por sus glorias, otros por una camiseta regalada, y muchos, simplemente, porque nacieron siendo de Barcelona SC. Así le pasó a Ayrthon Olmedo, quiteño de 27 años, médico de profesión, barcelonista de corazón.
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Pese a que creció rodeado de familiares que alentaban a Liga de Quito y El Nacional, su núcleo más íntimo —papá, mamá y hermano— tomaron otra decisión: apoyar al Ídolo del Astillero. No fue imposición.
En casa nunca le dijeron qué escudo debía seguir. Fue él quien, aún siendo un niño, eligió el amarillo como su color de vida, aunque su elección se diera en una de las épocas más difíciles del club.
Ayrthon nació en 1998, después de las finales de Copa Libertadores y de una buena racha local. Le tocaron años duros: coqueteos con el descenso, frustraciones y una sequía de títulos que duró 15 años. Pero eso no fue obstáculo. “El amor que surgió por Barcelona SC no te lo podría explicar. Creo que uno nace siendo barcelonista. Cuando conocí su historia, me fui enamorando”, recuerda, con emoción.
Los colores de Barcelona SC no se negocian
Ser barcelonista en Quito es remar contra la corriente. Más aún si tu entorno —tíos, abuelos, amigos— apoya a clubes rivales.
“A los tres años, salí con la camiseta de Barcelona en una caminata familiar con mis tíos liguistas. Ellos me compraron una camiseta de Liga y me la pusieron, pero yo me la quité. Caminé todo el centro de Quito con el torso desnudo, porque le soy fiel a Barcelona SC”, relata entre risas.
Hoy, esa anécdota tiene un peso especial. Ayrthon aprendió desde pequeño que los colores del ‘Ídolo’ no son una moda. Son una forma de ser. “Cuando me pongo la camiseta de Barcelona SC, me siento identificado. Es parte de mi vida, del amor que siento por el club”.
Festejar incluso en el sufrimiento
Mientras otros niños crecían celebrando campeonatos, Ayrthon se aferró a las pequeñas victorias. Su primer recuerdo como hincha, con apenas dos años, fue en el año 2000, cuando Barcelona evitó el descenso gracias a un gol del ‘Chino’ Gómez.
“Me emocionaba más ver cómo nos salvábamos del descenso que un título. Era una alegría colectiva”.
Una década después, otra prueba de amor: el partido contra Liga de Portoviejo en 2009, nuevamente para salvar la categoría. Ayrthon viajó a Guayaquil, junto a su padre. “Vimos a los jugadores sudar por una camiseta que no merecía descender. Ver a la gente llorar, no por un campeonato, sino por orgullo, te marca. Como niño, eso te cautiva”.
Hoy, Ayrthon no solo ve a Barcelona SC como su equipo. Lo considera parte de su historia personal. “Barcelona es una locura. Es inexplicable lo que uno siente cuando escucha a la barra, cuando estás en un estadio, cuando ves a tu equipo luchar”.
Y concluye, con una frase que define toda esta pasión:
“La vida me dio la oportunidad de elegir. Yo escogí a Barcelona. Y Barcelona me dio la oportunidad de vivir emociones únicas”.
El Confesionario – Luis Fernando Saritama