Algunas fotos viejas, que permanecieron largo tiempo archivadas en la gaveta de su escritorio, traen buenos y lejanos recuerdos a Fernando Cobo, amante del 4×4. En ellas se ven ‘jeeps’ de diferentes marcas hundidos en espesos lodos y atravesando terrenos de alto riesgo.
Ya han pasado 35 años desde que fundó el Ecuador Club 4×4, reconocido como el primer equipo todoterreno del país, pero las anécdotas y buenos momentos aún permanecen en su memoria.
La atracción por los autos y el gusto por la aventura siempre fueron parte de su personalidad. Sin embargo, su primera experiencia en el mundo tuerca fue cuando cursó sus estudios universitarios en Estados Unidos y formó parte de un grupo de 4×4 constituido por estudiantes. Durante esos cuatro años aprendió las normas básicas de esta afición y algunas técnicas.
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A su regreso, Fernando mantuvo el entusiasmo y las ganas por este deporte, por lo que reunió a varios amigos cercanos para crear un grupo ‘off-road’.
El primer paso de la asociación, conformada por 68 socios, fue registrar al equipo como el “primer club de 4×4 del Ecuador” ante el Ministerio de Cultura.
El fundador del club fue electo presidente del equipo y permaneció en este puesto por siete años (1978 -1985). Durante ese período se encargó de organizar paseos por diferentes partes del país.
Una de las rutas que se convirtió en un clásico de fin de semana fue la de Chalupas, ubicada en la parte oriental del Cotopaxi. Dentro de este mismo circuito se derivan pequeños caminos como el de Río Blanco, Quilindaña, El Congas, Secas e incluso la vuelta al volcán.
“Antes existía una diversidad de rutas todoterreno por todo el país y, sobre todo, no había controles para entrar en las haciendas o páramos. Ahora no es lo mismo, existen muchas restriccciones”, dice Cobo.
Los paseos no solo unían a los miembros del grupo sino a veces a sus familias. Todo dependía de la duración del viaje y del tipo de caminos que se recorrerían.
Las salidas todoterreno se clasificaron en tres categorías: las familiares; las Full, en las que los hijos varones podían ir y las Full-Full, a las que solo asistían conductores y copilotos del club.
En las fotos abtiguas también se aprecian los autos, principales protagonistas de esta aventura. Se ven Jeeps Renegados, Blazers y en su mayoría los Suzuki Hormiga, que fueron un éxito en este deporte de mucha adrenalina y peligro.
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En los años 80 no se contaba con los avances de hoy en día. “Empezamos con lo básico y todo el equipamiento de los autos venía de nuestro ingenio y creatividad”, añade el fundador.
El taller de Fernando, que aún conserva junto a su casa, era el principal punto de encuentro de los Ecuador Club 4×4; lugar donde se reunían a equipar a sus todoterreno. Su Suzuki Hormiga, por ejemplo, tenía 48 implementos extras como: un taladro, un pulidor, una prensa, un horno para calentar sánduches, una ducha con agua caliente, entre otras cosas.
Los tiempos han cambiado, según Fernando. “Ahora hay una tecnología bárbara y los equipos son costosos. Antiguamente teníamos que hacer todo de forma artesanal, ni siquiera existían las anclas para sacar a los autos hundidos en el lodo”, cuenta.
Entre las anécdotas más recordadas está la vuelta a Pedernales en 1980, la cual marcó la historia del club y sus socios.
El paseo estaba planeado para ser de viernes a domingo. Lamentablemente, el camino no fue como se imaginaron. Los lodos, gredas y pantanos fueron indomables. Las familias que conformaban el club, incluidos niños, estuvieron atrapadas por alrededor de ocho días.
Al noveno día, un helicóptero los rescató de los pantanos y gente de zonas aledañas les ayudó a mover los autos. Años después, Fernando, escribió un libro, llamado ‘Wuinchando por el recuerdo’, en el que contó su supervivencia en Pedernales, junto a su compañeros.
A pesar de que el Ecuador Club 4×4 es ahora solo un puñado de recuerdos, muchos grupos todoterreno impulsaron sus iniciativas con base en el modelo de este club.