Para los propietarios de vehículos pesados, de carga o de pasajeros, el reencauche de llantas es una alternativa cada vez más requerida por el significativo ahorro que representa en los costos de operación.
Varias empresas en el país se dedican a esta actividad. Entre ellas se destaca Renova Llanta, de propiedad de Continental Tire Andina, que en sus plantas de Quito y Guayaquil atiende una gran parte de la demanda nacional.
En un recorrido por las instalaciones industriales ubicadas en el sur de la capital, conocimos el riguroso proceso que posibilita que un neumático usado pueda tener una segunda o tercera vida útil.
Jorge Luis Montero, jefe de Planta, explica que las llantas usadas son recolectadas en los centros de distribución de Continental en todo el país, desde donde son llevados a las plantas de Quito y Guayaquil.
El primer paso del proceso consiste en verificar si las carcasas se encuentran en buen estado y pueden ser reencauchadas. De todas las que se reciben se rechaza un 17% debido a que tienen daños estructurales por mal uso, mantenimiento inadecuado, presión de aire indebida o deformaciones por recalentamiento.
Las que aprueban la inspección inicial pasan a una siguiente fase en la que, con ayuda de una máquina, se raspa la banda de rodamiento desgastada hasta dejarla uniforme. Esto permite que haya una perfecta adherencia de las nuevas capas en los procesos posteriores.
Después se revisan los posibles daños que pudiera tener la superficie por golpes o pinchazos. Los más profundos se refuerzan en el interior de la llanta con parches específicamente diseñados para ello.
Lo siguiente es cubrir los desniveles superficiales con una capa de caucho y solvente que se aplica con una especie de soplete. Este proceso, denominado cementado, brinda un refuerzo que devuelve al neumático sus características estructurales originales.
Una vez hecho esto se coloca un recubrimiento denominado cojín, que alisa la superficie antes de colocar la nueva banda de rodamiento para garantizar su uniformidad. La banda definitiva, que puede tener un diseño diferente de la original en función del requerimiento del cliente, ya viene con un labrado específico y pasa a un proceso de vulcanizado en hornos a una temperatura de 123° centígrados durante tres horas y media.
Después del respectivo enfriamiento, un técnico realiza una inspección final de calidad donde se da el visto bueno para que la llanta sea despachada al cliente.
Montero asegura que una llanta reencauchada representa un ahorro de un 40% en relación con una nueva y que, en algunos casos, llega a durar más que la banda de rodamiento original.
El proceso de Renova Llanta cuenta con certificación de calidad ISO 9001:2008 y con norma INEN 2582.