Si bien por sus cualidades particulares el diésel tradicionalmente ha alimentado los motores de los vehículos pesados, su utilización no ha sido exclusiva de ese segmento.
Europa registra una larga tradición de desarrollo y comercialización de vehículos livianos con motores de gasóleo, la cual incluso se ha extendido a algunos países latinoamericanos.
Los motivos son muy variados. Uno de ellos es el precio, ya que al ser el diésel un combustible más barato (en algunos países el galón de gasolina puede superar los USD 8), los usuarios lo prefieren para reducir sus costos operativos.
Otro factor importante es la tradición, pues en países como España y Francia al menos un 60% del parque automotor de vehículos livianos está compuesto por modelos de diésel, que llevan varias décadas en producción.
[[OBJECT]]
Una estrecha relación con este último punto tiene la preferencia del conductor respecto del comportamiento del vehículo, pues la respuesta mecánica de un motor de diésel es muy diferente de la de un motor de gasolina.
Al desarrollar más torque, el propulsor de gasóleo generalmente brinda un mayor empuje inicial, cualidad que suele ser muy apreciada por quienes tienen un estilo de conducción más agresivo.
Por otro lado, un motor de diésel trabaja a un régimen de revoluciones considerablemente más bajo que uno de gasolina. Por lo general, el corte de la inyección se produce un poco más arriba de las 4 000 rpm, por lo cual en ningún caso llega a sobreesforzarse.
Esta característica, sumada a la mayor robustez de todos los componentes del propulsor, deriva en una durabilidad extendida. Los expertos indican que un motor de diésel puede superar los 400 000 kilómetros sin requerir más que un buen mantenimiento rutinario.
A nuestro país, los motores diésel aplicados a vehículos livianos empezaron a llegar en los últimos ocho años en algunos SUV y camionetas medianas.
Pero fue en estas últimas donde las motorizaciones de ese tipo captaron más adeptos, al punto de que prácticamente todos los modelos de pick-ups disponibles en el mercado nacional tienen al menos una variante de diésel.
[[OBJECT]]
No obstante, dejarse llevar por el inferior precio del combustible respecto de la gasolina no es suficiente argumento para optar por un modelo de diésel.
Así como esos vehículos tienen un menor costo operativo derivado de un combustible más barato y de un mayor rendimiento por galón, sus costos de mantenimiento también son más onerosos, algo en lo que el usuario pocas veces repara inicialmente.
Así, un comprador que piense que ahorró una considerable cantidad de dinero en cada carga de combustible, pudiera llevarse una sorpresa al momento de realizar un mantenimiento, más aún si se trata de un trabajo correctivo antes que preventivo, pues los repuestos de motores diésel son más costosos que los de gasolina.
Los vehículos equipados con motores de diésel están especialmente recomendados para tareas que impliquen recorrer largas distancias, como es el caso de las flotas de transporte, pues las ventajas de los costos operativos inferiores se aprecian en el mediano y largo plazos.
Además de las camionetas, el mercado local ofrece varios modelos de van y algunos SUV impulsados por diésel.
[[OBJECT]]