En esta construcción privada hay 14 árboles patrimoniales. Se destaca una gran palmera de cera. Fotos: Vicente Costales / EL COMERCIO
Una construcción que data del siglo XIX exhibe intactas las características de la arquitectura neoclásica mestiza en el centro-norte de Quito, en Guápulo, un barrio caracterizado por fiestas y celebraciones populares y religiosas en las que todavía se mantienen viejas tradiciones.
Se trata de la Quinta Huasipungo, ubicada a unos pocos metros del Primer Santuario Mariano del Ecuador -fundado en 1620-, cuya iglesia, plaza y museo son joyas del arte colonial quiteño, según el arquitecto Oswaldo Páez Barrera, propietario de la construcción, junto con su esposa Ximena Vintimilla Moscoso.
En esta vivienda predominan materiales de la época como la madera, piedra y adobe.
La antigua edificación está rodeada por un muro pintado de blanco por la calle Leonidas Plaza, mientras que por la avenida Conquistadores está cercada por un cerramiento metálico. Por ese lado se divisa una gran cantidad de vegetación, uno de los atractivos de la Quinta Huasipungo, de 800 m² de construcción y edificada en un terreno de aproximadamente 3 000 m². La construcción tiene tres pisos y vistas al río Machángara.
En el jardín exterior hay 14 árboles patrimoniales, mientras que la propiedad figura en la lista del Patrimonio Cultural de Ecuador. Por esa razón, cuenta Páez, la residencia se mantiene intacta. Sin embargo, añade que la quinta cuenta con al menos una rehabilitación hecha por la Embajada belga, anterior propietaria.
Las vigas de madera de eucalipto rojo se conservan desde la construcción del inmueble.
Predominan materiales como la piedra, madera, ladrillo, tapial, adobe. En el salón principal, por ejemplo, resaltan paredes de un metro de ancho y unas vigas de madera de eucalipto rojo. Esas vigas también están en el techo de las galerías y en el comedor. En aquella intervención, precisamente, las vigas quedaron a la vista, tras retirar el estuco dañado. “La madera estaba en perfectas condiciones y la conservaron”.
En el jardín exterior hay una pileta de piedra tallada a mano y un horno de leña, mientras que en el patio andaluz se destaca una baldosa hidráulica producida en frío. Desde este lugar se aprecia un reloj de sol, descubierto por Páez.
La mesa de madera, de 8 metros, fue construida por pedido de la Embajada belga.
“Los maestros pensaron que era un bloque de cemento y querían sacarlo, pero por suerte lo descubrimos a tiempo”.
Se trata de un reloj que marca la hora con total precisión y con el que la familia se guía para realizar algunas de sus actividades. También lo muestran a las diferentes personas que llegan a la Quinta Huasipungo, pues se trata de una propiedad en la que se realizan diferentes reuniones sociales, como matrimonios, bautizos, cumpleaños, pedidas de mano y más.
Además, entre semana se sirven almuerzos ejecutivos para potenciar la gastronomía local. Para ello trabajan con cerca de 10 productores de alimentos orgánicos de Guápulo. En el menú hay seco de pollo, de chivo, mote y más.