Cuando el ruido, el tumulto y el humo negro interfieren en la paz espiritual, en el convivir cotidiano y alteran tu salud física y mental, buscas entonces alternativas de vida que minimicen ese impacto. Si no es posible desplazarte al campo, en donde estos factores negativos no interfieren en tu diario vivir, al menos pensarás que al alejarte de la urbe hacia los valles, encontrarás la tranquilidad que tanto anhelas, lamentablemente lo único que disminuye es el tumulto y el humo negro, ya que el ruido es infernal a todo momento. Se instalan no alarmas domiciliarias, sino industriales, con dispositivos exteriores, que se activan a cualquier hora del día y de la noche, sin que nada se haga al respecto, a pesar de las gestiones en el Departamento de Medio Ambiente del Municipio, que emiten ‘informes sobres las inspecciones’, en el mejor de los casos. Las alarmas instaladas en los vehículos, no se quedan atrás; los vehículos que compran chatarra, los que venden gas, los que venden papas, los pitos de buses, volquetes y taxis que madrugan a su jornada, son el complemento de un ruido infernal, peor aún que el que se soporta en el centro urbano. Si no lo cree visite la Mitad del Mundo.