A lo largo de mis dieciocho años de vida, he valorado los consejos de mis padres, la lectura, las experiencias que la vida me ha dado y la oportunidad de ser actor, sea principal, alterno u observador.
Pero hay algo que deseo escribirlo y ponerlo a disposición de toda la juventud y es, el olvidarnos o desechar definitivamente de nuestras vidas el miedo al fracaso.
Sin temor a equivocarme es el sentimiento más perjudicial que afecta al ser humano, definitivamente limita nuestras acciones, no nos deja crecer y nos sitúa en un nivel de vida muy inferior a nuestras capacidades reales.
Hemos escuchado temores: al fracaso, a la muerte, a la pobreza, al hablar en público, a no alcanzar las metas, la lista parece indefinida, por esta razón pido a las nuevas generaciones no permitan que estos temores lleguen a gobernar sus vidas, sumiéndonos en un estado de ansiedad.
Siempre he pensado que se torna positivo un escenario porque una persona tuvo fe, aun en las circunstancias demasiado difíciles, una persona con fe va a salir triunfante, ya que no acepta el fracaso como una opción de vida.
Por lo anterior, solicito a las autoridades nacionales y seccionales, brindar a la juventud oportunidades por sus méritos, que exista mayor inversión en educación y tecnología y sobre todo, que no permita la fuga de cerebros.
Hagamos de este país hermoso un ejemplo mundial, con jóvenes educados, positivos, con fe y dispuestos a lograr metas individuales y colectivas que mejoren el nivel de vida y el desarrollo integral del Ecuador.