Bien señala Fabián Corral: el efecto deformante sobre la democracia del uso mañoso del marketing político, con su herramienta principal: la propaganda, para posicionar de la mejor manera su candidato. Los gurús de su hábil uso son personajes destacados y cotizados por los candidatos con la meta del poder en sus mentes. El “target” son las masas sociales y su medio es el aporte interesado de capitales.
En su artículo hace alusión a los liberales que marcaron el inicio de la democracia moderna a partir del siglo XVIII. Y también se refiere a los albores griegos de la democracia.
Algo que explica la realidad de nuestras democracias es la frase atribuida a Aristóteles de que “Democracia y clase social dominante son una cosa”. Digo atribuida porque hay divergencias en su traducción del griego. Bajo la confesión que no soy conocedor de historia constitucional sino un mero empírico observador, opino que la historia ha ratificado esa frase. También está en discusión si en la intención de la clase dominante al crear una Constitución, pesa su interés particular o le interesa el bien de la comunidad. Yo diría que debe haber de todo. Pero lo que sí me parece evidente es que el enfoque de dicha clase social es el que predomina en el dictado de una Constitución, que puede no ser el parecer de otra clase y que, por las limitaciones de cada enfoque, puede afectar el bienestar el futuro de una comunidad. Es palpable esta somera reflexión en el proceso mismo de redacción de nuestra Constitución y en su actual aplicación.