El Editorial de un medio de comunicación constituye la carta de presentación reflejada en una opinión de carácter colectivo o un juicio institucional formulado en concordancia con una línea ideológica. Normalmente está a cargo de un editor o de un vomité editorial.
El Presidente de la República dispone de los medios de comunicación adecuados a su alta investidura y es de su responsabilidad no traspasar los límites de su autoridad. No le viene bien ejercer de editor o ingresar sin consentimiento a las direcciones electrónicas privadas de los ciudadanos, menos aún de los profesionales militares.
El artículo que publica en El Telégrafo, el 23 de agosto, no cumple con las características de un editorial, su autor no representa al medio, no emite una opinión que refleje el pensamiento colectivo de la sociedad, y está orientado a menoscabar la imagen de la Institución militar. El artículo refleja su personal punto de vista, que por importante que sea, no necesariamente está de acuerdo con la realidad.
El objetivo es claro: demostrar que el ISSFA no puede pertenecer a las FF.AA., porque ello sería atentar a la democracia y a la Patria; que las FF.AA. quieren ser un Estado dentro del Estado, que por eso crearon sistemas paralelos en salud, educación, justicia, seguridad, empresarial, de supermercados y de museos, con el dinero del pueblo ecuatoriano; y, que los militares jamás han aceptado depender del “poder civil” y reconocer en el Presidente a su máxima autoridad. Ninguno de ellos es demostrable. La simple lectura de la historia nacional de la cual es consustancial la militar despejaría estas serias dudas que tiene el Mandatario.
La Ley de Seguridad Social militar va porque va. Solo fue el motivo para cumplir con su objetivo. La Ley debe ser cambiada, es necesario hacerlo lo más pronto posible, en base a estudios técnicos, no a intereses políticos. Cuando finalice su mandato habrá conseguido una pírrica victoria lograda con la algarabía de la mayoría parlamentaria de una Asamblea sumisa y obediente que no quiere o no puede legislar conforme a los mandatos de la ley.
El resultado de esta innecesaria persecución realizada sistemáticamente en contra de la institución militar está dejando huellas que tardarán mucho en resarcirse. Los valores y principios de la profesión militar, como lealtad, disciplina, jerarquía, honor, ética militar han sido seriamente afectados.
Construir una patria soberana y segura es tarea innegable de las FF.AA.; sin embargo, se requiere una voluntad política y el fortalecimiento de las relaciones sociedad-defensa para conseguirlo; y, esto es precisamente lo que no hemos tenido en la última década. Las FF.AA. son permanentes, las revoluciones son a su lado un suspiro. La actual, un poco menos que eso. Devuelvo las palabras finales del editorial presidencial: “Calmados los vientos de insensatez que azotan la República, el futuro nos dará toda la razón”.