Ver televisión, con honrosas excepciones, ya no constituye un espacio que entretenga e informe. La mayoría de programas son “chatarra”. Los noticieros, en su gran parte, privilegian la traumatizante crónica roja y las noticias de farándula.
Hay que encontrar alternativas, como la lectura, pero lastimosamente el Ecuador es uno de los países donde menos existe este hábito. Leemos poco pese a que los libros, en la última década, se han puesto a precios asequibles. El hábito de leer se crea en el hogar y se fortalece en la escuela , colegio y universidad, es un importante recurso para la sabia investigación.
Cuando conozco que una persona tiene la costumbre de leer, estoy predispuesto a pensar bien de él. El hombre que lee fragua su criterio, nutre su aval de conocimientos y hasta fortalece su espíritu.
Di mis primeros pasos de lector con EL COMERCIO. Sí, mi Maestra (así con mayúscula) de primer grado, en las tradicionales sabatinas, que no eran otra cosa que el examen de fin de año, con la presencia de un delegado del Ministerio de Educación y los padres de familia, nos preparaba para que leamos un pequeño artículo del querido y respetado periódico. Desde allí, medio siglo ya, puede faltarme el pan, pero no EL
COMERCIO.
Leo un anuncio en que se promociona a un precio especial
la suscripción anual del centenario diario ecuatoriano y me parece que, sería un regalo de quilates por el Día del Padre.
¡Jamás sabremos todo el bien que puede hacer la lectura!