Al llegar a tener más de 60 años, se nos identifica con algunos calificativos: viejos, personas de la tercera edad, adultos mayores, en fin, personas que ya no somos útiles a la sociedad, a pesar de que hemos entregado toda nuestra vida al servicio de la sociedad. La experiencia de nada sirve.
En estas circunstancias, nos queda solo someternos al proceso de la jubilación, aplicando lo que dispone la Losep. Sin embargo, de nada sirve el deseo de jubilarse, pues nos dicen que no existe el presupuesto necesario para atender nuestro pedido. Acudo a usted, señor Presidente, para que interponga sus buenos oficios con el fin de que se autorice nuestra salida, pues según algunos funcionarios, somos “viejos quejosos”.