La transición apenas ha empezado en Ecuador
Quedan 33 días para que el nuevo Gobierno se posesione. Esta vez, la nueva administración contará con información segura sobre cómo quedan las cosas, por fuera de declaraciones eufóricas, como ocurrió en 2017, cuando Rafael Correa le decía a Lenín Moreno que quedaba la mesa servida, como un aforismo para encriptar una verdad subyacente. No había éxito económico, solo una enorme deuda que trajo un aletargamiento, una calma artificial y un futuro inmisericorde.
Transición. Con ese término se puede catalogar a la administración que está a punto de fenecer, sobre todo porque en él se organizó la consulta popular que permitió darle facultades extraordinarias al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social transitorio, para reorganizar los puestos clave del Estado cooptados por el correísmo, algo que atentaba contra la seguridad jurídica y la democracia en el país.
Sin embargo, voces disidentes ven que no se ha completado y que el nuevo gobierno es una nueva etapa de la transición. En una entrevista publicada el domingo en este Diario, Fernando Vega, quien fue asambleísta en la constituyente que dio paso a la dominación del correísmo, fue enfático en decir que con la etapa morenista no ha finalizado esta fase: “en vez de ser una transición fue una mezcla de ruptura con Correa, pero también de continuidad, porque ahí seguían los revolucionarios reciclados persiguiéndose mafiosamente”.
Vega entró al proceso político del correísmo cuando era sacerdote católico. Por haber dado ese paso fue suspendido dentro de la Iglesia. Fuera de micrófonos, como antesala de la entrevista, aseguró que trató de recuperar su estatus dentro del clero, y como no lo consiguió, desde el 2017 sigue colaborando fuera de ella. También se separó rápidamente del correísmo y ha sido uno de sus más ilustrados oponentes, porque conoce sus raíces y su proceso de afianzamiento, tanto que lanzó frases como ráfagas que, a su parecer, describen al correísmo y los regímenes de ese estilo en Latinoamérica: “Los gobiernos progresistas incurrieron en una construcción de una posverdad”... “En los entretelones del discurso revolucionario regional se escondían codicia, oportunismo y una falta de ética enormes”.
Sobre la posverdad, Vega se refería exactamente el punto con el que se parte en este análisis, la mesa servida: una verdad alterna basada en el discurso, en el que se fabricaron datos de una supuesta salud de la economía y de la sociedad. En los datos de la mesa servida del 2017 no hubo un dato aproximado de la deuda de Ecuador con China, porque desde el 2008 se dejaron de publicar las condiciones y los contratos del servicio de la deuda en el Registro Oficial. Hechos como ese hay muchos.
De ahí que se puede colegir que la transición hacia una sociedad menos dividida, hacia un Estado menos dominado por una única fuerza política, es una tarea que aún no ha terminado, sino que apenas ha empezado, sobre todo en un país y una región en las que los caudillismos son la guía para los votantes. Sino, regresemos la vista a Argentina.