Pocas veces se ha mencionado a la creatividad como una ciencia que, según algunos investigadores, ha nacido en el siglo XXI. El libro de Jonah Leher ‘Imaginar: cómo trabajar la creatividad’ ofrece pistas para revisar lo que hacemos o dejamos de hacer, y si somos realmente creativos o meros imitadores.
Muchas personas consideran que la creatividad es una cuestión de iluminados, un acto sobrenatural o de magia. Ahora se reconoce que la creatividad es una competencia; es decir, la suma de habilidades, destrezas y comportamientos que todos, sin excepción, podemos alimentar y aplicar.
La innovación
El mundo actual tiene como eje la innovación, que se traduce como cambio sostenido, de carácter sistémico, que alude a procesos, entradas y salidas en un ambiente dado, para lograr un objetivo: el mejoramiento continuo.
Una educación repetitiva, de carácter conductista –estímulo/respuesta- no ofrece alternativas para la innovación. De ahí la importancia de procurar aprendizajes significativos, que comiencen desde la formación inicial de los propios profesores.
La innovación –aunque usted no lo crea- no es producto de la herencia genética, sino una habilidad adquirida con el trabajo y el esfuerzo. Bien se ha dicho que ‘la innovación es cuestión de años de transpiración antes que de minutos de inspiración’.
¿Una ciencia para la creatividad?
Jonah Leher en el libro ‘Imaginar: cómo trabajar la creatividad’ escribe que ‘la ciencia de la creatividad es relativamente nueva. Hasta la Ilustración, los actos de imaginación quedaban relegados a los poderes superiores. Ser creativos significaba canalizar a las musas y darles voz a los dioses’.
En la última década ha cambiado mucho el pensamiento sobre este tema y han caído algunos mitos, como aquel que dice que la persona creativa está dotada de dotes excepcionales o sobrenaturales. Hoy se habla que la creatividad no es un tipo de conocimiento especializado o independiente, como se creía antes. La creatividad, en esencia, no se enseña, dice esta tendencia. Se ha demostrado que las innovaciones, en general, no han sido resultados de genios o expertos, fuera de lo común, sino, en muchos casos, de gente común y corriente que ha pensado diferente, que ha sido perseverante y básicamente observadora y curiosa.
Los griegos, por ejemplo, observaron la naturaleza y ‘descubrieron’ sus elementos esenciales: la tierra, el aire, el fuego y el agua, que dieron lugar a los cuatro humores conocidos, que sirvieron para fundamentar una nueva ciencia: la Psicología, que es la ciencia del comportamiento humano.
La ciencia de la creatividad, según Lehrer, está en pañales, pero existen numerosos indicios de sistematización, que nos llevan a establecer condiciones especiales para lograr lucidez e inspiración, que no es sino la conexión de informaciones antes vagas y aisladas con otras nuevas, para lograr resolver problemas o responder a una necesidad concreta. Lehrer subraya una famosa frase de Albert Einstein: ‘La creatividad es un residuo del tiempo desperdiciado’.
Sudor y fracasos
La creatividad es, entonces, la suma de sudores y también de fracasos. Porque el creativo no es, necesariamente, quien maneja la matemática moderna y la física cuántica, sino aquel que se acerca a la realidad, a los problemas cotidianos de la vida y busca relacionar sus elementos, dibujar situaciones probabilísticas y entender de manera diferente la realidad. Como dijo Steve Jobs, el famoso creador de Apple: ‘la creatividad es el arte de conectar cosas’.
Le invitamos a ‘conectarse’, a través de las 10 recomendaciones que propone Lehrer en su libro.
10 consejos para potenciar el ingenio
Jonah Lehrer-en el The Wall Street Journal- plantea diez consejos claves:
1. Píntelo de azul. Un estudio de 2009 reveló que los participantes resolvieron el doble de problemas lógicos cuando estaban rodeados del color azul, ya que es relajante y mejora el pensamiento asociativo. Por el contrario, el rojo hace que la gente esté más atenta así que es mejor como telón de fondo para resolver problemas analíticos.
2. Despístese. Según una investigación publicada el mes pasado, la gente se desempeñó 50% mejor en varios problemas creativos durante el momento del día en que estaban menos alerta, como por ejemplo, recién despiertos. El atontamiento tiene sus ventajas.
3. Sueñe despierto. Investigaciones dirigidas por Johathan Schooler en la Universidad de California, en Santa Bárbara, revelaron que las personas que sueñan despiertas durante el día obtienen mejores puntajes en varias pruebas de creatividad.
4. Piense como un niño. Cuando a los participantes de un estudio se les dice que se imaginen que vuelven a tener 7 años, sus resultados en los tests de pensamiento divergente con problemas como tratar de inventar usos alternativos para un neumático viejo son más altos.
5. Una dosis de humor. Cuando la gente ve un video corto de un comediante, resuelve alrededor de 20% más de problemas lógicos.
6. Imagínese que está muy lejos. Investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Indiana revelaron que los participantes eran mucho mejores resolviendo enigmas cuando se les decía que los problemas venían de Grecia o California y no de un laboratorio local.
7. Mientras más genérico mejor. Una manera de de mejorar la capacidad para resolver problemas es cambiar los verbos que describen el problema. Cuando los verbos son extremadamente específicos, la gente piensa en términos limitados. En cambio, el uso de palabras más genéricas (como trasladar en vez de conducir) pueden traducirse en incrementos significativos en la cantidad de problemas solucionados.
8. Abra la mente. Según un nuevo estudio, los voluntarios se desempeñaron mejor en un test estándar de creatividad cuando los colocaron fuera del clásico espacio de trabajo de 0,5 metros cuadrados, tal vez porque internalizaron la metáfora de abrir la mente. La lección: el cubículo limita su potencial.
9. Vea el mundo. Según un estudio dirigido por Adam Galinsky, estudiantes que han vivido en el extranjero son más proclives a resolver problemas clásicos de creatividad. Su experiencia de otra cultura les aportó una valiosa flexibilidad. Este efecto también se aplica a profesionales: los directores de casas de moda que han vivido en muchos países diseñan prendas que son más creativas que sus pares.
10. Múdese a la Metrópolis. Físicos en el Instituto Santa Fe descubrieron que mudarse de una ciudad pequeña a una que es al menos el doble de grande lleva a los inventores a producir, en promedio, 15% más patentes.