‘Mi hijo tiene que aparecer vivo o muerto’
Lo que ha hecho Zoila Chimbo es digno de aplaudir. Una mujer humilde ha peleado contra el todopoderoso Estado durante 16 años en busca de saber qué sucedió con Luis Eduardo Guachalá, su hijo de 23 años que desapareció sin mayores explicaciones de un hospital psiquiátrico de Quito, en donde fue internado.
Nadie sabe en dónde está. Lo cierto es que la madre recuerda todos los obstáculos que halló en el camino. Tras ser internado no le permitieron ver a su hijo, no le comunicaron que desapareció, cuando lo descubrió le indicaron que había fugado, que regresara a casa y que le mantendrán informada.
En la Fiscalía sucedió algo similar. “Me dijeron: él ya se perdió, vaya y cuide a sus otros hijos”. Hoy, esta información está en poder de la Corte-IDH ¡Enhorabuena!
Lo ocurrido con Guachalá solo dejó ver que no es un caso aislado. Grupos de DD.HH. revelaron en el seno de este organismo internacional datos que espeluznan, que debieran movilizar a toda la sociedad.
Resulta que entre 1973 y este año, 334 personas han desaparecido en hospitales, centros de salud, farmacias y laboratorios.
310 ya han sido localizados, pero nadie aclara si fueron hallados vivos o muertos. 24 siguen desaparecidos y el drama envuelve a familias enteras. ¿Qué dicen quienes administran las casas públicas de salud? ¿Qué responde la máxima autoridad sanitaria? Nada.
Un representante jurídico del Estado trató de explicar ante la Corte-IDH que lo ocurrido con Guachalá no es una desaparición forzada, porque nunca hubo privación de la libertad y que el hospital en donde estuvo no es un centro de internamiento obligatorio. En la práctica, él no aparece. Ese el problema de fondo.
La Comisión Interamericana de DD.HH. (CIDH) también tiene claro lo que ocurre.
La relatora Antonia Urrejola fue categórica cuando le permitieron hablar en la Corte: “Ecuador es responsable de graves violaciones” en el caso de Luis Eduardo.
Su madre dice sentirse cansada. Solo quiere que su hijo aparezca vivo o muerto.