comentarista,
@guapodelabarra
Todavía nos estábamos frotando los ojos llorosos por la hazaña de Richard Carapaz en Italia, y la Tricolor de Jorge Célico, 24 horas después, ofrece uno de los mejores cotejos de cualquier selección de fútbol de nuestra historia.
Lo que ocurrió con este conjunto es casi un paralelismo con Carapaz, que no era el favorito para el Giro, el cual incluso lo inició con el lío del pinchazo. La Sub 20 tampoco gozaba de la confianza de la mayoría. Entró a octavos de final con lo justo (un triunfo, una derrota y un empate). Hubo buenos pasajes de fútbol en la fase de grupos pero el equipo parecía no estar cómodo y algunas de las estrellas del Sudamericano, sobre las cuales se colocó demasiado peso mediático, fallaron o no se mostraron. El colmo de la calamidad fueron los dos penaltis errados y la lesión de Plaza.
Quizás la gran lección que deja Célico es que corregir no es perder o, dicho de otra manera, se puede enmendar sin renunciar al estilo de juego. Esta vez, acertó con Sergio Quintero (¿estamos ante el futuro 5 de la Tricolor?) y con José Cifuentes, que aporta equilibrio. Bueno, acertó con todo en realidad (en los ejecutantes de los penaltis, en la presión desde arriba, en la salida de los laterales…) y se dio el gusto de ganarle a Uruguay y poner por primera vez a una selección de Ecuador en cuartos de final de un Mundial. Es que una cosa es ir a un Mundial a aprender y otra, a jugar.
Aún nos frotamos, incrédulos, los ojos.