Los juguetes creados para las mascotas pueden traer problemas para su salud, por los materiales que se utilizan en su fabricación. Foto: María Valarezo/ EL COMERCIO.
Los juguetes creados para perros y gatos, además de estimular su desarrollo, pueden traer problemas para su salud, por los materiales que se utilizan en su fabricación. Algunos contienen componentes y sustancias artificiales que podrían ser tóxicas para el animal. Preocupado por esta problemática, Juan Sebastian Espín, empezó a investigar formas de utilizar recursos naturales en la elaboración de estos productos.
Así, después de asesorarse con veterinarios y etólogos, surgió con una idea que mezcla sus dos pasiones: Las mascotas y el medio ambiente. Con materiales reciclados crea juguetes para perros pequeños y medianos, que forman parte de su proyecto Alkupets.
El plástico de las botellas o Pet reciclado, es la materia prima con la que, junto a su equipo, crean diversas figuras de varios tamaños. De esta forma se asegura de que no contenga plomo ni cromo, que son los componentes que en el futuro ocasionan complicaciones en el aparato digestivo de las mascotas.
Para el relleno también necesitaban un material que no sea tóxico y a la vez amigable con el ambiente. Por eso, optaron por el algodón y poliéster, los cuales compran a las fábricas de medias, donde hay “mucho desperdicio” después del proceso de corte.
Por último, el empaque también complementa el concepto de los juguetes. Este viene con una etiqueta hecha con caña que indica que puede reciclarse después de ser desechado, a diferencia de las bolsas de plástico comunes.
Actualmente Espín y su equipo están trabajando con fibra de tilo, que proviene del oriente, y con bambú. Estos juguetes estarán destinados para perros grandes, debido a la resistencia de estos materiales. La durabilidad depende de la intensidad y la frecuencia con la que juegue el perro, pero se estima que tienen un promedio de vida de ocho meses.
Los productos se comercializan en veterinarias, tiendas de mascotas y fundaciones. Además, promueven el estilo de vida orgánico de las mascotas con sus galletas realizadas con cebada y maní, que provienen de pequeños productores de la costa ecuatoriana.