Los animales contaminados pueden experimentar daños en su sistema reproductivo y sufrir daños neurológicos. Foto: cortesía
La presencia de altas emisiones de mercurio se ha convertido en una amenaza para la Amazonía. Aunque sus consecuencias son menos visibles y han recibido menos atención que la deforestación, los daños que causa en las personas, animales y ecosistemas son irreversibles.
El informe ‘Ríos Sanos, Gente Sana’, publicado recientemente por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), revela que actividades informales y no controladas como la minería de oro a pequeña escala son las principales fuentes de contaminación de mercurio en esta zona.
Esta práctica es responsable del 37% de todas las emisiones hacia la atmósfera y fuentes de agua. En la Amazonía, la minería a pequeña escala produce el 71% de todas las emisiones de mercurio, las cuales sobrepasan las 200 toneladas métricas cada año.
Valeria Ochoa, coordinadora de Ingeniería Ambiental de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), explica que el mercurio es un elemento que forma parte de la naturaleza, por lo que puede ser estabilizado pero no destruido.
Este empieza a ser un problema para el ambiente cuando, a través de actividades como la minería o la quema de combustibles, es liberado de las rocas y termina en la atmósfera. Después, por la gravedad o por la lluvia cae y llega a los ríos. El mercurio también se transporta a través del agua y viento. Sus partículas en suspensión viajan por el aire y pueden llegar a zonas remotas.
Ochoa explica que los riesgos de la exposición dependen de la forma del mercurio, la ubicación, la fuente de emisión y se debe analizar cómo está afectando a las diferentes poblaciones. “Estos metales no son contaminantes, empiezan a serlo cuando superan ciertos límites”, dice.
La contaminación por este elemento está amenazando la salud de las especies de esta región. Un estudio realizado en la Amazonía ecuatoriana, citado en el informe de la WWF, demuestra que el 97% de bagre dorado migratorio, cuando se realizaron las mediciones, presentaba niveles hasta cinco veces más altos que la concentración aceptada para el consumo humano.
Este pez es una fuente de alimentación para las comunidades amazónicas y su pesca es la mayor fuente de ingreso para estas personas, por lo que la presencia de mercurio en los organismos de estos animales representa un riesgo para quienes lo consumen. Además, esta es una especie migratoria que, durante su viaje, puede seguir esparciendo el mercurio en otras zonas.
Ochoa cuenta que uno de los problemas del mercurio es que este se bioacumula y se biomagnifica. Esto significa que la concentración del contaminante es más elevada en el organismo de los peces que en el ambiente y que, conforme se va subiendo en los niveles de la cadena alimenticia, hay una mayor concentración. Por ejemplo, los tiburones presentan altos niveles de mercurio, ya que al comerse a otros peces lo van acumulando en su organismo.
La investigadora de la USFQ ha realizado un estudio en estos animales en Galápagos, donde se ha evidenciado la problemática. Estos resultados están próximos a publicarse. También están trabajando en el río Curaray.