El aburrise enfrenta a la persona con el compromiso con el que se vincula o no a una actividad. Foto: Pexels.
Seguramente los amantes de los ‘Dormingos’ (esas largas y maratónicas jornadas oníricas de los domingos) digan fervorosamente que sí, pero no es tan simple. De hecho, el ‘Dormingo’ habla de sueño y no de estar aburrido, aunque podría existir una relación. Así que mejor despertarse bien para leer esta nota.
Antes que nada, es necesario definir qué es el aburrimiento, pues podrías tener una PlayStation de última generación y no tener deseos de jugar con ella o podrías organizar la megafarra de fin de semana y a minutos de empezarla sentirte completamente desinteresado.
Entonces, ¿son esos ejemplos casos de aburrimiento? Pues bien, para el psicoterapeuta Lobsang Espinoza el aburrimiento es un estado de conciencia que se experimentar con el deseo de aislarse de una actividad. Sin embargo, esos estados de conciencia son decisiones personales.
Es decir, que tú decides no disfrutar del ese maravilloso juego de PlayStation que te obsequió tu padre o mantener un perfil bajo o ausente en una fiesta. No tiene nada que ver que tu mejor amigo ya tenga un récord increíble en el juego o que tu ex vaya con su nueva pareja a la fiesta, eso siguen siendo celos. Definitivamente.
Ahora ¿a qué obedece ese aburrimiento? Para Soledad Carrera, estudiante de colegio, el quedarse aburrido puede originarse por no encontrar lo que deseas, ya sea por el espacio o el tiempo.
Situación parecida le ocurre a Ana Llumigusín, comunicadora social, quien cree que tener limitantes con espacio y tiempo impide que el disfrute de una o varias actividades no satisfagan completamente o vayan cayendo en el aburrimiento.
Probablemente que veas a tu ex bailando ‘hasta abajo’ con su nueva pareja si tengaa que ver con el espacio y tiempo no adecuado para ti, pero, otra vez, esos son celos. Y decir que deseas irte porque estas aburrido quizás sea una excusa poco creíble.
En todo caso, Espinoza cree que las condiciones externas no son necesariamente quienes afectan o determinan un estado de aburrimiento. Para el psicoterapeuta, la decisión se juega en lo íntimo, en aquello que se interpreta a nivel individual.
Por tanto, para el profesional el tema de fondo del aburrimiento cae en el compromiso con que se ejecute una actividad. ¿Por qué? Bueno, para Espinoza aburrirse también significa que no se desea enfrentar algo u no se desea comprometerse a cabalidad en la tarea.
Es decir, que si eres de los que defiende como sagrado su ‘Dormingo’, a pesar de que podrías salir a trotar con tu hermana a la que no vez seguido o prefieres limitarte a comprar un par de globos y nada más para la decoración de la fiesta, eso, posiblemente, evidencia la falta de compromiso que se necesita para realizar actividades que te vinculen mejor con la gente que está a tu alrededor y que necesita más de ti.
Entonces, para Espinoza, no se trata de que lo exterior aburre sino los criterios con que nos vinculamos a algo. Pues si no te adhieres con todo el compromiso a una actividad, lo más probable es que todo quede en el aire y quizás por eso te aburre la fiesta que tú mismo organizabas.
Pese a ello, para Llumigusín el sentirse aburrido podría ayudar a buscar elementos nuevos o que quizás no se conocía de otras actividades. Por su parte, Carrera cree que también se podrían descubrir nuevas habilidades o preferir actividades que sean aún más agradables.
Sin embargo, Espinoza no recomienda llegar al aburrimiento para obtener o apreciar nuevos aprendizajes, pues, de alguna manera u otra, el aburrirse implica llegar de a poco en la depresión, lo cual significa encontrarse en un panorama más complejo que el inicial.
Es más, el profesional cree que antes de buscar otras opciones para paliar el aburrimiento se debería explorar a fondo la propia actividad que aburre, pues, una vez más, si el compromiso con que se realiza la misma es limitado, lo más seguro es que termine aburriendo.
Por tanto, como decía Cabral, “no estas deprimido, estas distraído”, y esas distracciones pueden convertirse en pereza, y esa pereza convertirse en una barrera que bloquea apreciar la vida a plenitud. Para Espinoza, el sentirse aburrido significa también que hemos olvidado los valores de casa, aquellos que hablaban de salir los domingos a jugar en el parque o pasear con la mascota.
El psicoterapeuta cree necesario volver a esos valores o caso contrario el aburrimiento seguirá siendo la excusa perfecta para no enfrentar la vida con compromiso o, peor aún, no tener ánimos de hacerlo.