La tragedia sucedida en el club gay de Orlando pone nuevamente en discusión la homofobia. Foto: Flickr/ Ted Eytan.
Estados Unidos y la comunidad Glbti están una vez más de luto debido a tiroteos a mansalva. En esta ocasión, fue el estado de Florida el que recibió lo que se ha catalogado como el peor atentado desde el 11 de septiembre de 2001. Fueron, en total, 49 personas las que murieron en manos de un hombre armado con una pistola y un rifle de asalto que ingresó en un club gay de la ciudad de Orlando y disparó contra quienes se hallaban dentro.
Con la tragedia, la violencia homofóbica ha sido puesta nuevamente bajo la lupa. Pero ¿Qué es la homofobia? El término fue utilizado por primera vez en 1972 por el psicólogo estadounidense George Weinberg. En una entrevista para la revista Gay Today en 2002, Weinberg comentó con respecto a este término que es “”simplemente eso: una fobia. Un temor que provoca un comportamiento irracional de huida o el deseo de destruir el estímulo de la fobia o cualquier cosa que lo recuerde”.
Ahora bien, ¿corresponde realmente la homofobia a las características principales de una fobia? Las opiniones suelen variar al respecto. La psicóloga clínica Gabriela Romo asegura que una fobia “es un miedo extremo o excesivo a una cosa determinada”.
Romo agrega que algunos de los síntomas físicos perceptibles de una fobia son, entre otros, falta de aire y una angustia fuerte que puede llevar a un posterior ataque de pánico. Estas son las manifestaciones físicas de cuando, por ejemplo, ves una araña y no puedes controlar el pánico hacia esa especie.
Sin embargo, desde la visión personal de la psicóloga, la homofobia no deja síntomas en quien la padece. “No es que te produzca algo el hecho de que no te guste que una persona sea homosexual”, asegura.
Romo dice que las personas homófobas, en general, no padecen de un trastorno visible, sino que en la mayoría de los casos tienen “conflictos no resueltos” con las personas pertenecientes a las comunidades Glbti.
Santiago Castellanos, PhD en Estudios Culturales y decano del Colegio de Comunicación y Artes Contemporáneas en la Universidad San Francisco de Quito, menciona que es importante recalcar que “toda afección psíquica tiene un contexto social”.
Sigamos con el ejemplo de las arañas. El académico asegura que una persona no nace con la fobia hacia los arácnidos, sino que se adquiere por alguna experiencia pasada. Lo mismo pasa con la homofobia: Las personas no nacen con aberración hacia las personas Glbti, sino que la adquieren debido a un determinado entorno cultural.
Es por esta razón, según argumenta Castellanos, que el episodio del club gay en Orlando no se debe ver como algo aislado, sino como una consecuencia extrema de la homofobia colectiva. “Esa reacción enfermiza es un reflejo de la sociedad”, putualiza.
La activista por los derechos LGBTI, Pamela Troya, considera también que la homofobia sí se asemeja a una fobia. Cuando una persona tiene miedo a algo puede “salir corriendo o atacar, pero las dos son consecuencias del miedo”, dice.
Pasando al contexto local, Troya menciona que en Ecuador existe una “homofobia estructural y sistemática” que obstaculiza muchos procesos en torno a la creación de una sociedad incluyente. Entre ellos, menciona el matrimonio igualitario y la opción de doble paternidad y adopción para parejas del mismo sexo.
Para la activista, tanto un marco jurídico que garantice la igualdad como un cambio en el pensamiento colectivo de la sociedad son necesarios. Pero este segundo factor no debe ser el condicionante para el primero.
“Si esperamos a que se genere conciencia y después avanzamos en las leyes, las mujeres todavía no podríamos votar”, asegura. Troya destaca el ejemplo de Colombia, cuya Corte Constitucional falló en favor de las comunidades Glbti con respecto a matrimonio igualitario y otras reformas.
“La sociedad colombiana todavía tiene muchos tintes homofóbicos”, indica, “pero el avance a nivel jurídico permitirá que las siguientes generaciones vean a la homosexualidad con mayor tolerancia“.
Santiago Castellanos asegura que esta cuestión se asemeja al problema del huevo y la gallina: No se sabe exactamente qué debe venir primero. Sin embargo, asegura que “la ley nunca es suficiente para un cambio cultural, pero es un paso”.
De todo esto surge una última pregunta. ¿Por qué ocurren este tipo de atentados en un país donde, por ejemplo, la Corte Suprema de Justicia levantó las restricciones para el matrimonio igualitario o donde el propio presidente de la nación utiliza un discurso amigable con la comunidad?
Castellanos opina que estos cambios sociales son de carácter generacional. “La igualdad de derechos para las comunidades GLBTI era impensable en tiempos de nuestros abuelos, pero hoy ya se está dando”. Estos son cambios estructurales y, por lo tanto, es imposible hacerlos de la noche a la mañana. Concluye diciendo que, pese a que esta evolución generacional se da, siempre queda un resto de personas que no están de acuerdo. “No todo progreso es lineal”, asegura. “Siempre hay un retroceso”.