Como parte de la indagación, el investigador Ruben Meerman y el profesor de biotecnología y ciencias moleculares Andrew J. Brown enviaron una encuesta a 150 profesionales de la salud para abordar sus teorías ante esta interrogante. Foto: Captura
Investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia, llevaron a cabo un estudio para determinar exactamente hacia dónde va la grasa de una persona cuando esta comienza a perder su peso corporal.
Como parte de la indagación, el investigador Ruben Meerman y el profesor de biotecnología y ciencias moleculares Andrew J. Brown enviaron una encuesta a 150 profesionales de la salud para abordar sus teorías ante esta interrogante.
Los resultados del sondeo hallaron que únicamente tres de los médicos consultados contestaron bien a la pregunta. En un artículo publicado en The Conversation, los académicos explican que “la interpretación errónea más común es que la grasa es convertida en energía. El problema con esta teoría es que viola la ley de conservación de la materia, a la cual obedecen todas las reacciones químicas”.
Este principio, llamado también la ley de Lomonósov-Lavoisier (en honor a sus creadores), explica que la cantidad de materia antes y después de una transformación es siempre la misma. En otras palabras; la materia no se crea ni se destruye, únicamente cambia de forma y se traslada de un lugar a otro.
Otra de las interpretaciones comunes que esgrimieron los profesionales encuestados fue que la grasa era convertida en masa muscular, lo cual, aseguran los investigadores “es imposible”. Otros aseguraron que es expulsada del cuerpo a través del colon, teoría que los investigadores también desecharon.
Para los investigadores, la respuesta correcta es muy distinta: “la grasa se convierte en dióxido de carbono y agua. El dióxido de carbón lo exhalas y el agua se mezcla en tu sistema circulatorio hasta que sale del cuerpo en forma de sudor u orina”.
“Si pierdes 10 kilogramos de grasa, exactamente 8,4 kilos son expulsados a través de tus pulmones y los 1,6 kilos restantes se convierten en agua. En otras palabras, casi todo el peso que perdemos es exhalado”, sostienen los investigadores.