En el Templo de la Libertad existe una urna en honor del ‘Soldado desconocido’. Foto: David Landeta/Afull
En uno de sus monólogos en el parque de El Ejido el cómico quiteño Carlos Michelena bromeaba sobre los profesores de la escuela cuando nos enseñaban sobre la Batalla de Pichincha, según el comediante, el profesor decía que el combate fue “a eso de las 12:00 de la mañana, a esa hora el sol pega bien fuerte”. Pues el combate no fue al medio día y no, Abdón Calderón no sostuvo la bandera con la boca mientras gritaba ¡viva el Ecuador!. Eso es algo físicamente imposible.
Esos son hechos que tal vez nos enseñaron sobre la Batalla que ocurrió exactamente, un día como hoy, hace 194 años. El combate se peleó en la ladera sur del volcán Pichincha justo al frente de la ciudad que, a principios del Siglo XIX, solo llegaba hasta el parque de La Alameda – en el actual centro de Quito –, por eso la mayoría de los quiteños tuvieron una vista privilegiada del enfrentamiento, bueno aquellos que lograron despertarse temprano, porque el combate fue a la madrugada del viernes 24 de mayo de 1822, según información del Museo Templo de la Libertad.
Por si no lo conocían, en el lugar de la batalla se levanta un museo recordando la gesta histórica, está ubicado al oeste de Quito, justo al frente del Centro Histórico de la ciudad. Este espacio guarda armas utilizadas en el Siglo XIX y XX, además de uniformes de le época, placas y bustos entregados por países latinoamericanos. El espacio está a cargo del Ministerio de Defensa y el ingreso es gratuito. Así que si te preguntabas ¿cuál era el lugar exacto de la batalla? Pues este museo es la respuesta.
Y si Estados Unidos, Francia y Rusia tienen su tumba dedicada al ‘Soldado desconocido’, pues Ecuador no se queda atrás. En honor de la Batalla de Pichincha, en el Templo de la libertad, también se levantó una tumba en conmemoración de los combatientes que perdieron la vida en la Batalla del Pichincha.
Según información entregada por el Ministerio de Defensa en este espacio están los restos de soldados que murieron en batalla y que estaban enterrados en el Cementerio de El Tejar, cerca del lugar del combate y que fueron trasladados para rendirles honor. De hecho, la urna está rodeada de los estandartes de las divisiones que conformaron el ejército patriota y una llama que nunca se apaga.
Si estuviste en la escuela en los años 90, seguramente leíste un libro llamado ‘Terruño’, si no lo conociste, era un compilado de historia, geografía, física y ciencias naturales que servían para impartir conocimientos a los escolares ecuatorianos.
En este libro se relataba una de las historias más fantásticas de la gesta libertaria, la hazaña de Abdón Calderón. Según relata el texto, el héroe de la Independencia: “recibió un disparo en el brazo derecho; vuelve a la carga, pero otra bala le impacta en el brazo izquierdo y lo destroza. Dice: -para vencer al enemigo no se necesitan brazos-. Pero una bala atraviesa en uno de sus muslos y cae de rodillas al suelo, sin embargo, no se desmaya el Héroe Niño”. Al final de este relato Calderón muere, enrollado con la bandera ecuatoriana en un gesto de civismo y valor.
Aunque hayamos oído mil veces esta historia y forma parte de nuestros conocimientos sobre la Batalla de Pichincha, no es tan real… Lo sentimos . Abdón Calderón no murió en el campo de batalla, abrazado a la bandera. De hecho, lo hizo un día después en el hospital San Juan de Dios, en Quito a causa de heridas de bala y disentería explica el historiador Fernando Muñoz.
Tranquilos, esto no significa que Abdón Calderón no existió, de hecho sí formó parte de la batalla y en el parte del combate, el General Antonio José de Sucre destacó el valor del ecuatoriano que, a sus 17 años, combatió en las faldas del Pichincha.
Y entonces ¿por qué nos hicieron creer que Abdón Calderón sobrevivió disparos de cañón y heridas mortales para defender el estandarte nacional? El experto en historia explica que el mito sobre el ‘Héroe niño’ se creó a principios del Siglo XX, cuando el liberalismo gobernaba el país.
El objetivo era crear una figura legendaria que enseñe valores como civismo y amor por la patria, afirma Muñoz. Por su parte, la catedrática universitaria Carolina Larco menciona que hay una tendencia a configurar héroes y batallas que ayudan a crear el sentido de Patria y Nación, por eso en este tipo de narraciones encontramos una fusión entre elementos de la realidad y elementos de la fantasía.
La Batalla de Pichincha no fue la última que vivió el territorio de la Real Audiencia de Quito, 10 días después se da otro combate entre el General Simón Bolívar y uno de los comandantes realistas Agustín Agualongo – de ascendencia indígena –, en esa batalla terminan de independizarse los territorios que comprenden la actual Venezuela, Colombia y Ecuador. Posteriormente se dieron más batallas en la zona sur del continente y en la batalla de Ayacuchó se selló la liberación total de América Latina, asegura Fernando Muñoz.
Tanto Muñoz, como Larco coinciden en que no se debe desconocer el valor histórico de la Batalla, por la magnitud de la misma ya que para la Real Audiencia de Quito marcó el fin del imperio español, además de los esfuerzos que implicaron estas batallas en el aspecto humano y también en la entrega de recursos. Al final, la Batalla de Pichincha puso fin a todo un proceso de Independencia que se inició el 10 de agosto de 1809 y que marcó un ruptura con el Imperio español 13 años más tarde.